jueves, 24 de junio de 2010

marina tsvietáieva, salvaje y lírica poeta rusa

Poeta rusa -claramente la mejor del siglo XX- nacida en Moscú, donde pasó sus primeros años de infancia y en la casa de verano de su rica familia, en Tarusa. Estudia piano y a los 14 años ya se interesa por la poesía de los románticos alemanes y franceses. En 1909 viaja a París donde asiste a lecciones sobre literatura francesa en la Sorbonne y un año después a Dresden. En 1910 publica su primer libro de poemas "Álbum de la tarde" y abandona la escuela antes de terminar los estudios.



En 1912 contrae matrimonio con Serguiei Efron, hijo de una familia revolucionaria ruso-judía, con el cual tiene tres hijos y se publica su segundo libro "La lámpara maravillosa", dedicado a su marido. Más tarde publica "De dos libros" (1913), "Poemas de juventud" (1915), publicado póstumamente en 1976. En "Historia de una dedicatoria" (1916) y "Poemas de Moscú" (1916) describe su mutuo enamoramiento con el también poeta Osip Mandelstam. De 1917 a 1922 escribe seis piezas de teatro y tres libros de poemas "Versti II", "El campo de los cisnes" y "Oficio". A partir de 1918 vive separada 5 años de su esposo, los cuales describe en sus diarios "Signos terrenales" (1919).



En 1922 viaja a Berlín tras conocer que su marido estudia en Praga adónde ha huido tras la derrota del ejército blanco, en el que se había enrolado. Publica en esta ciudad "Versti I" que había escrito 5 años antes, "La doncella del zar", "Poemas a Blok", el escritor ruso, "El fin de Casanova" y el poema Despedida.


Ese mismo año comienza su correspondencia con Boris Pasternak, el gran poeta ruso del cual fue su musa y apoyo moral, de la que se conservan 19 cartas de ella y 84 de él. En 1923 se instala en Praga y escribe su ciclo de poemas dedicados a Pasternak, "Cables" y "El poeta". De esa misma época son "Poema de la montaña" (1924), "El poema del fin" (1924), y sus dramas "Borrasca", "Fortuna", "Una aventura" y "Fénix". En 1925 vuelve a viajar a París, dónde inicia una correspondencia con Rainer María Rilke y decide quedarse en esa ciudad. Reúne y publica todos sus poemas desde 1922 a 1925 bajo el título "Después de Rusia".


En 1933 escribe un ensayo sobre Mayakovski y Pasternak, "Epos y Lírica en la Rusia de hoy", y varias de sus prosas autobiográficas: "Madre y música", "Los cuentos de la madre", "El diablo", dedicadas a su madre; "Las Kirilovnas", dedicada a sus temporadas de verano en Tarusa; "Inauguración de museo", "La corona de laurel" y "El museo Alejandro III", dedicadas a su padre. Escribe sobre Alexander Pushkin, mítico poeta ruso, "Mi Pushkin" (1937) y "Pushkin y Pugachov" (1937).


En octubre de ese mismo año tiene noticia de la implicación de su marido en el asesinato de un ex-militar ruso y del hijo de Trotski; atentados en los que nunca se probó fehacientemente su participación. Eran épocas de terrorismo de estado creciente que no se detenía en fronteras: sufre un registro domiciliario y un interrogatorio por la policía francesa. Un año después se traslada a vivir a un hotel donde escribe "Poemas a los checos", con motivo de la ocupación por los nazis.



En 1939 vuelve a la URSS. Su hermana Anastasia está en un campo de trabajo, su marido y su hija viven bajo vigilancia cerca de Moscú, dos meses más tarde serán detenidos. Marina vive de traducciones, en la más absoluta pobreza y temor constante por la vida de los suyos, con el apoyo de algunos amigos como el de la poeta Anna Akhmatova y el de su querido Boris Pasternak.


En 1941 en plena invasión nazi y después de que su marido fuera fusilado y su hijo enviado a trabajar en un campo de minas donde muere a una edad muy joven, Marina Tsivietaieva es evacuada a Yelabuga, donde el 31 de agosto se suicida ahorcándose. En agosto del 41, Marina Tsvietáieva se ahorcó, dicen que con la cuerda que había utilizado para su maleta del exilio. "Cómo no ahorcarse —diría años más tarde la escritora rusa Nina Berberova— cuando la adorada Alemania bombardea tu querido Moscú, los viejos amigos, asustados, se apartan de ti, los periódicos te acusan y no hay nada que comer".


Su poesía no concede al lector respiro alguno, su escritura no admite facilidades. Es un objeto artístico basado siempre en la realidad pero que no deja en pie la más mínima creencia en la aceptabilidad de este mundo. Su ruptura, tanto por su visión como por su estilo, es algo único en la poesía rusa hasta hoy.


Marina Tsvietáieva parecía necesitar amores vehementes, con finales desgraciados a veces, como una manera de nutrir su creatividad poética. Amó a hombres y mujeres. Amó tiernamente a su hija y a su hijo que no la sobrevivieron, y a una pequeña hija muerta poco después de nacer. Amó con inteligencia y creatividad el don de la escritura, en poesía y en prosa, que ejerció con excelencia. Su carácter fogoso y valiente, su delicioso humor, no fueron suficientes para salvarla en aquellos, como nunca, malos tiempos para la lírica.





A Ajmatova

¡Oh musa del llanto, la más bella de las musas!
Oh loca criatura del infierno y de la noche blanca.
Tú envías sobre Rusia tus sombrías tormentas
Y tu puro lamento nos traspasa como flecha.

Nos empujamos y un sordo ah
De mil bocas te jura fidelidad, Anna
Ajmátova. Tu nombre, hondo suspiro,
Cae en es hondo abismo que carece de nombre.

Pisar la tierra misma que tú pisas, bajo tu mismo cielo;
Llevamos una corona.
Y aquél a que a muerte hieres a tu paso
Yace inmortal en su lecho de muerte.

Sobre esta ciudad que canta brillan cúpulas,
Y el vagabundo ciego canta loas al Señor…
Y yo, yo te ofrezco mi ciudad con sus campanas,
Ajmátova, y con ella te doy mi corazón.

(Versión de Monika Zgustová)


A Alia
mi hija

Algún día, criatura encantadora,
para ti seré sólo un recuerdo,

perdido allá, en tus ojos azules,
en la lejanía de tu memoria.

Olvidarás mi perfil aguileño,
y mi frente entre nubes de humo,

y mi eterna risa que a todos engaña,
y una centena de anillos de plata

en mi mano; el altillo-camarote,
mis papeles en divino desorden,

Por la desgracia alzados, en el año terrible;
tú eras pequeña y yo era joven.

(Versión de Severo Sarduy)


A Boris Pasternak

Distancia: kilómetros y kilómetros?
Nos han dispersado, transplantado
nos han ¡y qué bien estamos
en los lejanos horizontes!

Distancia y lejanías?
Des-pegados, des-soldados.
Apartaron manos, crucificaron
sin saber lo que destruían: la unión total.

De suspiros y tendones
nos malquistaron, nos esparcieron
y exfoliaron.
Muro y foso.
Separados, como las águilas.

Conspiradores y lejanías?
No nos desbarataron; nos perdieron
por los tugurios de las latitudes:
disgregados como huérfanos.

¿Cuál es, pero cuál es, marzo?
¡Como a las barajas nos han cortado

(Versión de Carlos Álvarez)


A Rainier Maria Rilke

Rainer, quiero encontrarme contigo,
quiero dormir junto a ti, adormecerme y dormir.
Simplemente dormir. Y nada más.
No, algo más: hundir la cabeza en tu hombro izquierdo
y abandonar mi mano sobre tu hombro izquierdo, y nada más.
No, algo más: aún en el sueño más profundo, saber que eres tú.
Y más aún: oír el sonido de tu corazón. Y besarlo.

(Versión de Carlos Álvarez)

Es sencilla mi ropa...

Es sencilla mi ropa,
pobre mi hogar.
¡Soy una isleña
de islas remotas!

¡Nadie me hace falta!
si entras -pierdo el sueño.
Por calentarle la cena a un Extraño
quemaría mi casa.

Si me miras -ya nos conocemos,
si entras -¡quédate a vivir!
Es sencillo nuestro fuero,
está escrito en la sangre.

En la palma de la mano tendremos
la luna, si nos place.
Si te vas -es como si no existieras,
y como si tampoco yo existiera.

Miro la marca del cuchillo:
¿sanará antes
de que venga otro extraño
a pedirme agua?

(Versión de Severo Sarduy)

Se ha ido. Ya no como...

Se ha ido. Ya no como:
quedó sin gusto el pan.
Se ha ido - todo es tiza
si lo llego a tocar.

...Para mí, era el pan,
era la nieve;
ya la nieve no es blanca,
el pan no sabe a nada.

(Versión de Severo Sarduy)


Tu alma y la mía son gemelas...

Tu alma y la mía son gemelas
como mis manos: la derecha y la izquierda.
Tan cálidas y tiernas son unidas
como dos alas de un pájaro dormido.
¡Por un ciclón quedamos separados,
por un abismo, tú y yo, como dos alas!

(Versión de Larisa Diakova)

Mis versos, escritos tan temprano...

Mis versos, escritos tan temprano
que no sabía aún que era poeta,
inquietos como gotas de una fuente,
como chispas de un cometa,

lanzados como ágiles diablillos al asalto
del santuario donde todo es sueño e incienso,
mis versos de juventud y de muerte
-¡mis versos, que nadie lee!-,

en el polvo de los estantes dispersos
-¡que ninguna mano toca!-,
como vinos preciosos, mis versos
también tendrán su hora.

(Versión de Severo Sarduy)


Libertad salvaje

Me gustan los juegos en que todos
son arrogantes y malignos,
en que son tigres y águilas
los enemigos.

Libertad salvaje
Que cante una voz altiva:
"¡Aquí, muerte, allí -presidio!"
¡Luche la noche conmigo,
la noche misma!

Volando voy -tras de mí van las fieras;
y con el lazo en las manos yo me río...
¡Ojalá la tormenta
me haga añicos!

¡Que sean héroes los enemigos!
¡Acabe en guerra el convite!
Que sólo quedemos dos:
¡El mundo y yo!

(Versión de Severo Sarduy)

Insomnio 2

Así como me gusta
besar las manos
y ofrendar nombres,
también me gusta
abrir las puertas
-¡de par en par!- a la oscura noche.

Apoyando la cabeza,
oír los recios pasos
hacerse más ligeros,
y cómo el viento mece
el bosque somnoliento
y desvelado.

¡Oh noche!
Van creciendo los arroyos
que en el sueño desembocan.
Ya se me cierran los ojos.
en medio de la noche
alguien se ahoga.

(Versión de Severo Sarduy)

Insinuarse
Quizás la mejor victoria sea
sobre el tiempo y la atracción,
pasar sin dejar huellas,
pasar sin dejar sombra

en las paredes...

Quizás renunciando
a vencer? Quién del espejo se borra?
Así como Lermontov en el Cáucaso
colarse sin inquietud en las rocas.

Es quizás la mejor diversión
con los dedos de Sebastián Bach
del órgano provocar el son?
Despedazarse sin dejar

cenizas para la urna...

Quizás por engaño
vencer? De toda latitud darse de alta?
Así en el tiempo tal océano
colarse sin inquietar las aguas...





Frases:

Si Dios hace este milagro, conservarlo con vida, lo seguiré a todos lados, como un perro.

Trago mis lágrimas en silencio.

Recito como alguien que se ahoga, no, como un pez que se atraganta con su propio mar.

Cuando duele es imposible comenzar de nuevo.

Vivir. Y hacer lo posible porque los otros vivan.

Para mí la posibilidad de conseguir lo deseado (un objeto o un alma) está en proporción inversa a la fuerza del deseo: mientras más deseado – más inalcanzable.

Algún día lo diré, ahora no tengo el valor.

Todo lo mío ha sido robado.

Alia antes de dormir: - Marina, le deseo todo lo mejor que hay en el mundo. Quizá: lo que aún queda en el mundo…

Es mejor perder a una persona en su totalidad, que retenerla en una centésima parte.

Toda la vida se divide en tres periodos: el presentimiento del amor, el hecho del amor y el recuerdo del amor.

Lo más valioso en los versos y en la vida es aquello que ha llegado involuntariamente.

Así se me quedó grabada esta primera visión de la burguesía durante la Revolución: las orejas, escondidas bajo los gorros, las almas, escondidas tras los abrigos, las cabezas, escondidas en los cuellos, los ojos, escondidos tras los cristales. Una enceguecedora -por la chispa de la cerilla– visión de la piel.

Salva Dios, y protege: a Marina, a Seriozha, a Irina, a Liuba, a Asia, a Andriusha, a los oficiales y los no oficiales, a los franceses y los no franceses, a los heridos y los no heridos, a los sanos y a los enfermos - a todos nuestros conocidos y también a los que no conocemos.

En una palabra, yo no estoy: yo acompaño.




Fuentes
http://rusos.blogspot.com/2006/07/marina-tsvietaieva.html
http://amediavoz.com/tsvetaieva.htm#A%20%20Ajmatova
http://www.epdlp.com/escritor.php?id=2372

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