domingo, 4 de julio de 2010

El Tesoro de la Juventud o la fantasía al poder




El tesoro de la juventud” es una enciclopedia infantil y juvenil en veinte tomos, cuya traducción en castellano se publicó hacia 1920. Originariamente era inglesa. Contenía narraciones, juegos y pasatiempos, curiosidades, información, relatos, fotos e ilustraciones, que quienes fueron heredándola a través del tiempo recuerdan como una entrañable lectura de infancia.



Un conjunto de libros que viene viajando en el tiempo. El Tesoro estaba organizado en capítulos o episodios que se distribuían a lo largo de las 7172 páginas: El libro de los hechos heroicos, El libro de las narraciones interesantes, Los países y sus costumbres, Hombres y mujeres célebres, El libro de los por qué, El libro de la mitología...



Su título alude a los bienes del espíritu, del saber humano y a los destinatarios principales: “El tesoro de la juventud, enciclopedia de conocimientos”. Dividida en secciones, puede encontrarse un poco de todo: narraciones populares, las maravillas del mundo, los adelantos de la ciencia, biografías de famosos hombres y mujeres, interrogantes contestados con intención científica, lecciones de francés e inglés, poesías, costumbres exóticas.



Cuando se publicó en España, su licencia se distribuyó en las capitales más importantes de América y en cada país los artículos fueron escritos por autores locales. El consultor, compilador y autor de la parte argentina fue Estanislao Zevallos, el vocero ideológico de la Campaña al Desierto del General Roca.


Zevallos tenía ideas civilizadoras propias de la Generación del 80 y, por lo que dice en el prólogo, conocía poco de los niños argentinos a quienes dedicaba su trabajo. Explica que ETJ “es una obra civilizadora, pues los hijos de los hogares pobres, expuestos a los peligros de las calles y de los campos, y de la vida vagabunda hallarán en esta lectura reconstituyente un motivo de permanencia en el hogar” Y afirma que que “los niños argentinos se distinguen por la precocidad con que aprenden (...) porque los niños argentinos son bellos y robustos, y predominan entre ellos los rubios y trigueños.”


No obstante la belleza de la páginas de la enciclopedia, de sus láminas maravillosas y de la diversidad de temas, los jóvenes que usaron este compendio del saber fueron mamando un sutil racismo. En la sección, Los tesoros ocultos de la Tierra, por ejemplo, bajo una foto del aduar donde vivían los mineros negros africanos, puede leerse este epígrafe de neto corte colonialista: “Muchos son los millares de cafres empleados en la minas de oro del Sur de África, y si se tiene cuidado con ellos llegan a salir buenos trabajadores”.


Si bien equilibraba la cosa un pensamiento como el de Miguel de Unamuno, que en su prólogo a la edición en español, dice: "He aquí una enciclopedia popular, un libro acerca de todo para todos y singularmente para los jóvenes de espíritu, queremos decir, para aquellos que conservan fresca y vivaz la curiosidad, que es la juventud del espíritu.



Las personas que tuvieron en su casa el TDJ recuerdan el cuidado con que usaban los libros ("lavate las manos antes de tocar el libro", la importancia que esa enciclopedia tenía para la familia y, fundamentalmente, la felicidad que era leerla. Con hermosas ilustraciones y narraciones amenas y accesibles, explicaba fenómenos naturales, cómo navegaban los transatlánticos, historia, geografía, lenguas, música, mitología, cuentos y novelas bien adaptados y resumidos.


"Las Aventuras del Barón Munchausen", es uno de los cuentos que han dejado huella en los chicos y chicas de entonces. Personaje aventurero y atrevido, mentiroso, bribón o superhéroe, el Barón de Munchausen luchó y venció en todos los combates y tiene por costumbre reunir en grandes banquetes a sus mejores amigos para contarles maravillosas aventuras. Otro clásico de la lectura juvenil eran las aventuras del Rey Arturo y su corte de caballeros siempre al servicio de sus bellas damas.


El escritor Daniel Samper Pizano, guionista de Les Luthiers, es otro de los muchos que recuerda la entrada del ETJ en su vida: "Siendo niño, yo pasé muchos ratos leyendo trozos de los ejemplares de ETJ que en 1934 le regaló mi abuelo a mi taita, cuando este cumplió 16 años. Aun hoy recuerdo versos que aprendí entre sus lomos, pequeños trucos de magia con los que engañaba a mis primos y cuentos fantásticos del Oriente. Al repasar las láminas, encuentro imágenes como la de dos osos polares en trance de atacar una morsa. Era una escena cruenta que me inquietaba a los ocho años y me aterroriza hoy.


ETJ estaba dividido en catorce secciones que se entremezclaban a lo largo de los veinte tomos; mis favoritos eran entonces Juegos y pasatiempos, 'Los Por qué', 'Narraciones interesantes' y 'Poesía'. Pienso que hoy dedicaría más tiempo a 'Los países y sus costumbres', 'Hechos heroicos', 'Historia de los libros célebres' y 'Cosas que debemos saber', sección dedicada a hechos interesantes y actualidades de la ciencia y la tecnología. Muchas de estas últimas cosas que debemos saber son ya tan sabidas o anacrónicas que solo conviene recordarlas en calidad de piezas históricas, como el capítulo admirativo dedicado a los aviones biplanos o las maravillas de un tren capaz de viajar a 96 kilómetros por hora.

"El libro de los por qué", sección planteada en forma de preguntas y respuestas, constituía un anzuelo especialmente atractivo donde quedaba ensartada la curiosidad infantil:

"¿Por qué no se mezcla el aceite con el agua?" (Porque el aceite es más liviano, y flota.)
"¿Por qué no se mojan los patos?" (Por su denso plumaje y porque tienen una glándula que produce un lubricante impermeable)
"¿Por qué tiene la abuelita el cabello blanco?" (Porque los años y ciertas enfermedades debilitan la pigmentación del pelo).
"¿Por qué no canta la gallina como el gallo?" (Porque la naturaleza decidió que, en general, el ave macho tiene el plumaje más vistoso y el canto más melodioso que la hembra).
"¿Por qué brilla el sol durante los aguaceros" (Respuesta de ETJ: "¿Por qué no ha de brillar?".


Aunque la enciclopedia es extremadamente púdica -en el extenso índice simplemente no figura la palabra 'sexo'-, recuerdo que allí encontré uno de los primeros temas de meditación protoerótica. Se trata de la historia de Lady Godiva, esposa de Leofrico, señor feudal de Coventry que ahogaba al pueblo con tributos.

La dama intercedió ante su marido a favor de los aldeanos y Leofrico aceptó rebajar los impuestos a cambio de que Godiva recorriese el pueblo a caballo completamente desnuda. El texto no decía desnuda sino "sin más traje que los cabellos", pero a buen niño entendedor, pocas palabras bastan. La joven y atractiva matrona realizó el paseo, y los aldeanos, advertidos de la causa, "permanecieron encerrados todos en sus casas, a fin de evitar el más leve motivo de bochorno a su amada y generosa protectora".


(Conocida la historia en el tomo VI, era inevitable que al menos dos preguntas asaltaran la cabeza de los pequeños lectores: Primero, ¿qué clase de marido era Leofrico, que aceptaba que su esposa se pasease en pelota por el pueblo? Segundo: si yo -el lector- hubiera sido habitante de Coventry, ¿habría resistido a la tentación de atisbar por las rendijas cuando pasara Lady Godiva?).



Impreso en Boston por C. H. Simonds y exportado desde allí a otros países, El Tesoro de la Juventud constituyó un formidable éxito editorial en el mundo de habla hispana. No solo sirvió de consulta a cientos de miles de colegiales que lo encontraban en su escuela, sino que inició en la lectura al menos a dos generaciones de niños. Numerosos padres de familia hicieron el esfuerzo económico de adquirir los veinte tomos verdes a fin de alojar en casa esa colección que durante años cumplió un papel que luego asumieron, en parte, la radio y la televisión. Muchos microlectores se convirtieron más tarde en intelectuales famosos y la recuerdan con cariño. Julio Cortázar le rinde homenaje en el título de una de sus notas de Último round y el editor argentino Mario Mushnick dice que a ella le debe buena parte de su vocación bibliómana.


En 1970, W. M. Jackson Inc. vendió los derechos de El Tesoro a la editorial mexicana Cumbre y cinco años después esta los negoció con Grolier Internacional, que en 1975 publicó, renovado, El Nuevo Tesoro de la Juventud. Ya no fue lo mismo, sin embargo. Abundaban para entonces las enciclopedias infantiles y juveniles a todo color, con dibujos modernos, recuadros y temas de actualidad. Además, el único rival que competía por el tiempo libre del niño no eran ya tan sólo el aro y la muñeca, sino los absorbentes medios de comunicación modernos. La llegada de Internet representó un poderoso contrincante más, que añade a su versatilidad e inmediatez el bajo costo.
Pese a los computadores y los medios de almacenamiento con nanomemoria, El Tesoro de la Juventud sigue siendo, bueno, un tesoro. Ya no tanto por su contenido, naturalmente, sino por su carácter de joya bibliográfica. Existe en la red un mercado vasto y activo que vende y compra estas enciclopedias por piezas o completas. En los almacenes de libros de viejo, su precio se cotiza más que otras mucho más modernas.










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fuentes:
http://www.7calderosmagicos.com.ar/Sala%20de 20Lectura/tesorodelajuventud_mcalonso.htm
www.boladenieve.org.ar
blog la petite claudine

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