lunes, 20 de diciembre de 2010

Salvador Allende, un hombre digno


Allende y el golpe del 11/9/1973

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link: http://www.youtube.com/watch?v=3muU51SYnwI







link: http://www.youtube.com/watch?v=xZeEfXjTNu4







link: http://www.youtube.com/watch?v=m2QDmjY6n2M


Tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres el momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.




Última imagen de Salvador Allende, a las puertas del Palacio de La Moneda ante el inminente ataque fascista.








[b]El once de septiembre a todos nos vienen a la memoria las impactantes imágenes de aquella mañana de martes en el corazón de Manhattan. Los telediarios lo recuerdan, se emiten reportajes y los homenajes son seguidos por todo el mundo.



Pero hay otro 11-S. Uno olvidado, que tal vez no conviene que recordemos. Un once de septiembre de 1973 Salvador Allende, legítimo presidente de Chile, fue asesinado y su Gobierno depuesto por el golpe de Estado de Augusto Pinochet. Con la inestimable ayuda de Estados Unidos, siempre dispuestos a derrocar a quien haga falta para proteger los intereses de sus multinacionales. Diez días después Pablo Neruda moría en Isla Negra de cáncer o como muchos dicen en Chile, de pena.



Recordemos a las víctimas del 11-S de Nueva York. Pero recordemos este día también como el de la muerte de Salvador Allende Gossens, de la caída de la democracia en Chile y del inicio de la larga noche de Pinochet. Un Pinochet que parece haber conseguido escapar de las garras de la Justicia, por cierto. (Diego, wordpress)
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[b]LA VERDADERA MUERTE DE UN PRESIDENTE[/b] por Gabriel García Márquez, 2003.


[b]A la hora de la batalla fina, con el país a merced de las fuerzas desencadenadas de la subversión, Salvador Allende continuó aferrado a la legalidad. La contradicción más dramática de su vida fue ser al mismo tiempo, enemigo congénito de la violencia y revolucionario apasionado y él creía haberla resuelto con la hipótesis de que las condiciones de Chile permitían una evolución pacífica hacia el socialismo dentro de la legalidad burguesa. La experiencia le enseñó demasiado tarde que no se puede cambiar un sistema desde el gobierno sino desde el poder.



Esa comprobación tardía debió ser la fuerza que lo impulsó a resistir hasta la muerte en los escombros en llamas de una casa que ni siquiera era la suya, una mansión sombría que un arquitecto italiano construyó para fábrica de dinero y terminó convertida en le refugio de un presidente sin poder. Resistió durante seis horas, con una metralleta que le había regalado Fidel Castro y que fue la primera arma de fuego que Salvador Allende disparó jamás. El periodista Augusto Olivares, que resistió a su lado hasta el final, fue herido varias veces y murió desangrándose en la Asistencia Pública.



Hacia las cuatro de la tarde, el general de división Javier Palacios logró llegar al segundo piso, con su ayudante, el capitán Gallardo y un grupo de oficiales. Allí, entre las falsas poltronas Luis XV y los floreros de dragones chinos y los cuadros de Rugendas del salón rojo, Salvador Allende los estaba esperando, estaba en mangas de camisa, sin corbata, y con la ropa sucia de sangre. Tenía la metralleta en la mano.



Allende conocía bien al general Palacios. Pocos días antes, le había dicho a Augusto Olivares que aquel era un hombre peligroso que mantenía contactos estrechos con la Embajada de los Estados Unidos. Tan pronto como lo vio aparecer en la escalera, Allende le gritó: "Traidor" y lo hirió en una mano.



Allende murió en un intercambio de disparos con esta patrulla. Luego, todos los oficiales, en un rito de casta, dispararon sobre el cuerpo. Por último, un suboficial le destrozó la cara con la culata del fusil. La foto existe: la hizo el fotógrafo Juan Enrique Lira, del periódico El Mercurio, el único a quien se permitió retratar el cadáver. Estaba tan desfigurado, que a la señora Hortensia Allende, su esposa, le mostraron el cuerpo en el ataúd, pero no permitieron que le descubriera la cara.



Había cumplido 64 años en el julio anterior y era un Leo perfecto: tenaz, decidido e imprevisible. Lo que piensa Allende sólo lo sabe Allende, me había dicho uno de sus ministros. Amaba la vida, amaba las flores y los perros y era de una galantería un poco a la antigua, con esquelas perfumadas y encuentros furtivos.



Su virtud mayor fue la consecuencia, pero el destino le deparó la rara y trágica grandeza de morir defendiendo a bala el mamarracho anacrónico del derecho burgués, defendiendo una Corte Suprema de Justicia que lo había repudiado y había de legitimar a sus asesinos, defendiendo un Congreso miserable que los había declarado ilegítimo pero que había de sucumbir complacido ante la voluntad de los usurpadores, defendiendo la libertad de los partidos de oposición que habían vendido su alma al fascismo, defendiendo toda la parafernalia apolillada de un sistema de mierda que él se había propuesto aniquilar sin disparar un tiro.



El drama ocurrió en Chile, para mal de los chilenos, pero ha de pasar a la historia como algo que nos sucedió sin remedio a todos los hombres de este tiempo y que se quedó en nuestras vidas para siempre.




Desde Isla Negra, su residencia en Chile, el 14 de septiembre de 1973, Pablo Neruda escribió su dramático testimonio del 11-S latinoamericano. Luego, el 23 fallece de cáncer. Todos dicen que murió de pena.



Allende nunca fue un gran orador. Y como estadista era un gobernante que consultaba todas sus medidas. Fue el antidictador, el demócrata principista hasta en los detalles. Le tocó un país que ya no era el pueblo bisoño de Balmaceda; encontró una clase obrera poderosa que sabia de que se trataba.



Allende era dirigente colectivo; un hombre que, sin salir de las clases populares, era un producto de la lucha de esas clases contra el estancamiento y la corrupción de sus explotadores. Por tales causas y razones, la obra de que realizó en tan corto tiempo es superior a la de Balmaceda; más aun, es la más importante en la historia de Chile.



Sólo la nacionalización del cobre fue una empresa titánica, y muchos objetivos más se cumplieron bajo su gobierno de esencia colectiva. Las obras y los hechos de Allende, de imborrable valor nacional, enfurecieron a los enemigos de nuestra liberación.



El simbolismo trágico de esta crisis se revela en el bombardeo del Palacio de Gobierno; uno evoca la Blitz Krieg de la aviación nazi contra indefensas ciudades extranjeras, españolas, inglesas, rusas; ahora sucedía el mismo crimen en Chile; pilotos chilenos atacaban en picada el palacio que durante siglos fue el centro de la vida civil del país.



Escribo estas rápidas líneas para mis memorias a sólo tres días de los hechos incalificables que llevaron a la muerte de mi gran compañero el presidente Allende. Su asesinato se mantuvo en silencio; fue enterrado secretamente; sólo a su viuda le fue permitido acompañar aquel inmortal cadáver.



La versión de los agresores es que hallaron su cuerpo inerte, con muestras de visible suicidio. La versión que ha sido publicada en el extranjero es diferente. A reglón seguido del bombardeo aéreo entraron en acción los tanques, muchos tanques, a luchar intrépidamente contra un solo hombre: el Presidente de la Republica de Chile, Salvador Allende, que los esperaba en su gabinete, sin más compañía que su corazón, envuelto en humo y llamas.



Tenían que aprovechar una ocasión tan bella. Había que ametrallarlo porque nunca renunciaría a su cargo. Aquel cuerpo fue enterrado secretamente en un sitio cualquiera. Aquel cadáver que marchó a la sepultura acompañado por una sola mujer que llevaba en si misma todo el dolor del mundo, aquella gloriosa figura muerta iba acribillada y despedazada por las balas de las metralletas de los soldados de Chile, que otra vez habían traicionado a Chile.




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http://socialistascomoallende.nireblog.com/post/2007/04/19/allende-la-fuerza-de-las-ideas
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diego (wordpress)

Harem, placer y esclavitud


Harem

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El término harén designa al mismo tiempo el conjunto de mujeres (concubinas o, simplemente, mujeres hermosas) que rodeaban a un personaje importante, así como el lugar en el que éstas residían. En algunas lenguas occidentales, el término se ha utilizado en un sentido más estricto, asociado a la mujer confinada. El sentido dado por los orientales es el de "prohibido a los hombres". El término harem deriva de la palabra harâm que sirve para designar todo aquello que es tabú, prohibido por la religión.

Numerosas civilizaciones antiguas tuvieron harenes. En la cultura griega se los conocía como gineceos. Los últimos harenes, los que en realidad designan a este término, son los de los sultanes y pachás del Imperio otomano.

El harén es básicamente un lugar destinado al placer, en el que residían las concubinas oficiales del señor, así como las mujeres que éste tenía a su servicio. La función de las concubinas era la de darle hijos al señor, mientras que las mujeres a su servicio estaban para divertirle, ofreciéndole música, danza o sexo. Los harenes estaban custodiados por los eunucos.

Existieron harems o serrallos en el Antiguo Egipto, la Grecia clásica, el Imperio otomano, en la India musulmana, llamados zenanas, y en el reino del al-Ándalus, al sur de España.




link: http://www.youtube.com/watch?v=VinPutLvbE4


Es un hecho que la mayoría de los varones occidentales sonríen al oír mencionar el harén. Esta sonrisa sólo se entiende por la fascinación que ha ejercido el harén en el imaginario occidental a partir del siglo XVIII. El orientalismo ha sido una temática sugestiva para muchos artistas occidentales, que han pintado una visión idílica del harén y sus mujeres.


La palabra "harem" (que designa la institución familiar en la sociedad islámica) se aplica a un espacio privado en que las mujeres viven enclaustradas y alejadas de la vida pública. Las fantasías de los hombres del Oriente se centraban en mujeres con nombre, como Scherezade, que luchaba por su libertad con los cuentos como arma; o Schirín, la heroína persa que atravesaba continentes a caballo. El polo opuesto a la odalisca de los occidentales, pasiva y anónima.



Como contrapunto, las nuevas Scherezades, artistas contemporáneas del entorno islámico, mujeres que luchan por la libertad en todos los sentidos, que arriesgan y exponen sus pensamientos íntimos y rebeldes, reivindicados a través de sus obras, en las cuales recurren a un personal lenguaje visual.


Mientras Oriente encerró a sus mujeres y las imaginó liberadas, Occidente las mantuvo en libertad y las imaginó encerradas. La palabra harén proviene de haram, lo ilícito, lo que la ley religiosa prohíbe, en contraposición a halal, lo permitido. Como institución familiar, el harén representa un espacio privado estrictamente codificado, cuyas normas deben ser acatadas y en cuyo centro la mujer queda encerrada para poder ser controlada, puesto que vulnera y altera las emociones y los razonamientos masculinos.Su confinamiento la convierte en enemiga, ya que sólo se encierra lo que constituye un peligro.



Por el contrario, desde el punto de vista occidental, el harén es la proyección de una fantasía, de un deseo, en definitiva, del imaginario. Un espacio en blanco en el que se proyectan los sueños. Sin restricciones ni prohibiciones, la mujer que lo habita se convierte en un objeto de placer sexual,
aparece feliz en su confinamiento y parece gozar de él.


Muchas de las concubinas y odaliscas del harén imperial otomano tenían la reputación de ser las más hermosas mujeres del Imperio Otomano. Muchachas jóvenes de belleza extraordinaria eran enviadas a la corte del sultán. En su mayoría las mujeres del harén eran circasianas, georgianas, y abjazas… Todas las jóvenes que ingresaron en el harén desde su instauración hasta entrado el S.XX (hasta 1909 concretamente) se las llamaba odaliscas (del turco odalık, «mujeres de camara»), es decir criadas del harén, las cuales—contrario a la creencia—no mantenían relación sexual alguna con el sultan ya que no eran más que sirvientas.


El termino odalisca estuvo pues, mitificado por el Orientalismo y los pintores europeos que las reflejaban en sus obras, hasta tal punto que aún hoy en día la Real Academia de la Lengua Española tiene esta entrada—muy sui generis y algo anticuada— para odalisca: odalisca.(Del fr. odalisque, y este del turco odalik, concubina). 1. f. Esclava dedicada al servicio del harén del gran turco. 2. f. Concubina turca.



Las odaliscas, por lo general, no eran presentadas ante el Sultán, pero a aquellas que eran de extraordinaria belleza y talento se las consideraba como concubinas en potencia, y se las adiestró en consecuencia. Aprendieron a bailar, recitar poesía, tocar instrumentos musicales, y demás conocimientos dirigidos a deleitar al Sultán. Sólo las odaliscas más dotadas fueron presentadas al Sultán como su personal gedikli (criadas en espera), en número reducido.
Generalmente, las odaliscas serían adjudicadas como criadas a la oda (o Habitación/cámara de palacio) de una mujer de categoría superior que habitaba en dichas dependencias. Era posible para estas odaliscas escalar posiciones en la jerarquía de harén y disfrutar de la seguridad por su poder y posición


No es ese lugar privilegiado para doncellas del que hablan los cuentos. Un harén es una ciclópea ciudad-prisión donde conviven mudos eunucos, mujeres, concubinas, esposas y niños. Todos pertenecen a un señor o varios. El dueño de sus vidas y destinos para quienes se adiestran en esta vida. Sus horas se determinan según las leyes que el amo impone y la única fórmula de subsistencia es ser grato a los ojos del hombre-dueño.


Los harenes son historia reciente del pueblo musulmán. Unas costumbres extendidas por Turquía, Persia y Mongolia, pero también los hubo en el Oriente Próximo. En la actualidad siguen existiendo algunos, pero tan sólo se mantienen en casas de notables y pudientes señores. Ellos ya no tienen nada que ver con lo que fueron los antiguos y misteriosos harenes narrados en las mil y una noches.


Perdieron su esplendor al entrar en contacto con el mundo Occidental. Y es que el mundo europeo nunca entendió del todo esta práctica hermética de poder y dominio de un despótico sultán sobre cientos de almas de mujeres, niños y servidumbre. Mitificó demasiado en las narraciones literarias los hechos que se sucedían detrás de las paredes que protegían estos recintos y no comprendió que allí además de ausencia de libertad se desvelaba la costumbre poligámica, el clasismo y el mercado de almas para elevar el ego de los poderosos.
No muy lejanos de creerse dioses e imponer una absoluta clausura a su familia y vasallos.


Lo que en ellos sucedía era secreto. Algunas confidencias de viajeros, que tuvieron la oportunidad de verlos desde el interior mostraron al mundo un terrible, aunque fastuoso, mundo protegido por triples murallas sin ventanas al exterior.


Los ilustrados del siglo XVII Jean-Jacques Rousseau, Charles-Louis de Secondat, Baron de Montesquieu y François-Marie Arouet “Voltaire” fueron de los primeros en interesarse por ellos. No tardaron en describirlos y en darlos a conocer como ejemplos de despotismo oriental. Los artistas plásticos también se interesaron por ellos en más de una ocasión, siendo Eugène Delacroix uno de los que intentó plasmarlos en sus creaciones artísticas.



Pero no debemos achacar la existencia de los harenes a los musulmanes solamente. Otras culturas ya los contenían entre sus leyes sociales. Los bizantinos disfrutaron de ellos, los egipcios y los propios romanos. Aunque estos últimos por diferencia no coartaban la libertad de lo habitantes de estos lugares y las mujeres allí eran trabajadoras cortesanas. Las leyes del resto del mundo o de su propia religión allí dentro no tienen importancia. Las Normas las dicta el cabeza monacal o Amo. El único que tiene acceso a todo el emplazamiento.



Incluido los lugares prohibidos que son un tercio de las amuralladas edificaciones. Por general, todo el que lo deseara podía cruzar la primera muralla llamada refugio de afligidos, es la puerta única. Los que tuvieran un privilegio del sultán o príncipe del harén podría disfrutar de una segunda fase de las murallas, al atravesar las puertas de la justicia, un umbral llamado martirio o de la obediencia, y allí podían gozar de unos salones llamados Diván. Algo así como una sala de recepción, rodeada de cojines y cómodos lugares para comensales y visitantes. En ocasiones éstos eran deleitados con ricos manjares y excelentes vinos, así como con la lujosa presencia de enjoyadas danzarinas.


Un tercer cerco o espacio interno del harén, el más desconocido y cuya entrada estaba prohibida bajo cualquier circunstancia, pudiéndose aplicar la pena de muerte, se dejaba ver después de atravesar el umbral de la felicidad. Hasta allí sólo entraban los cuerpos del sultán y los eunucos elegidos. En esa parte interna y protegida estaban las habitaciones de las mujeres, el autentico harén al que se llama serrallo. Un templo edificado para la obediencia al sultán, donde gobierna la madre del primer hijo varón del príncipe del harén. Y si por motivos excepcionales alguien es invitado a ver ese lugar interior debe callar sus secretos, pues describirlo o hablar de él puede ser causa suficiente para obtener la pena capital.



El serrallo es el lugar más majestuoso, un oasis de mármol y agua brotando de magníficas fuentes en los jardines donde pasean las mujeres y niños. Rodeada por recintos herméticos decorados con sublime lujo y ornamentación, como si de un micro-paraíso se tratase. Un pequeño cielo visual donde todo resulta agradable y relajante para el espíritu del que mira. Enormes piscinas de mosaicos colorido, casi con predominio de los turquesas y cielos. Una vegetación esplendorosa y entradas de sol por los ojos del techo. Columnas que inspiran confianza y estructura al lugar, dando sensación de seguridad, a la vez que de recogimiento. Allí abundan las alfombras, las pinturas de desnudo femeninos, los recintos de espejos, los sillones, lo arcos y paseos, las ornamentaciones, la orfebrería decorativa.


Pero igual que todo está estructurado para aplicar un orden al servicio del gran señor del lugar, los habitantes, desde que nacen, están destinados a satisfacer todas sus necesidades y a deberle eterna adoración. Adiestrados según su condición dentro del harén los niños aprenden el modo de vida que les impone la cuna de su nacimiento o su dote física, para en el futuro ocuparse de sus funciones y roles dentro del Serranillo.


Una disciplina absolutista piramidal a modo de la medieval europea se vislumbra en los harenes. Mudos, mutilados, eunucos, concubinas, mujeres, esposas, niños, jenízaros y adiestradores persiguen conseguir la felicidad del amo, que es el único motivo de la existencia de ese lugar. Un único señor al que no se puede ver la cara, ni mirar sosteniéndole la mirada.


Las mujeres del harén son adquiridas como ganado en el mercado de esclavos. Éstas por norma nunca terminan siendo esposas, sino concubinas. Los tratos comerciales con otros ricos son los que proporcionan al sultán o príncipe esposas con las que engendrar hijos reconocidos. Uno de los más famosos harenes de este siglo pasado era el de la Meca y sobre todo algunos en Marruecos.
Niñas de once a trece años eran mercadería de compra y venta en un especulativo mercado oriental. Entre los 40 y 50 por una niña de quince años se ofrecía una caja de municiones o 1500 dólares.



Los niños de los harenes, los grandes perjudicados

Nacen hijos de fastuosas prisiones y algunos jamás conocen la libertad. Dentro de las murallas es muy difícil que una esclava o concubina tenga un hijo, pues recurren a miles de trucos para no engendrar o provocarse abortos, en espera de que sus descendientes no sean carne de mercado en los harenes. Normalmente los niños de las esposas oficiales, o concubinas preferidas si nacen, ya que ellos reciben un trato especial y es extraño que un sultán venda o comercie con esa descendencia. A veces eran los propios amos ayudados por sus mutilados mudos los que provocaban las masacres de los niños hijos de esclavas o servicio. Dándose también las ocasiones en las que el dictador, ha mandado matar, mutilar o martirizar a sus propios sucesores, por celos o miedo a ser derrocados. Y todo esto siendo niños.



Incluso se han dado veces en que han sido vendidos a otros harenes después de la circuncisión para ser juguetes de perversión de las esposas y luego de los eunucos. Si tiene suerte de superar este miedo a la continuidad y sucesión de sus progenitores serán desde la infancia dirigidos a la decisión de futuro que haya tomado su padre (como sucedía antiguamente en el pueblo faraónico): Oficiales del ejército, militares de alto rango, ministro de un monarca musulmán o heredero.



Los niños no reconocidos o de servicio terminan siendo de todos, pero responsabilidad de ninguno. Serán adiestrados según su fortaleza física en azamoglans: marineros, carpinteros, orfebres. Y los segundos se ven dignos de ellos serán icoglans, miembros del servicio pudiendo llegar a desempeñar cargos importantes como siervos predilectos del Amo y Señor del harén.



El primer grupo, azamoglans, resultará analfabeto. Se le potenciarán sus fuerzas físicas y se les adiestrarán en la obediencia y las leyes. Los icoglans pasarán épocas de martirio, ayunos, pero tendrán la oportunidad de no ser analfabetos pues se les enseñara a leer y a estudiar religión. También se les adiestrará físicamente pero para potenciar la lucha y la agilidad, mientras se les instruye en los idiomas: turco, árabe y persa fundamentalmente. Los cuatro últimos años serán enseñanzas explícitas según el cargo que deban desempeñar en el futuro.




El día de su fin de carrera se trasladan a la habitación de los cuarenta pajes, la Hozada, allí esperarán a que su señor les de el cargo que deben desempeñar. Doce de ellos serán elegidos para desempeñar papeles importantes dentro del harén, y si son fuera, les eligen y aleccionan a representar a su amo. Comida, armarios, despensa, compra, caballerías, así doce jefes saldrán de esa habitación. Las escuelas son salones llamados Odas. Los maestros son eunucos blancos.


Los alumnos no pueden tener vida social con sus compañeros. Deben vigilar su silencio y no provocar habla o la comunicación entre sus compañeros. Los niños duermen en largas salas donde nunca se apagan las luces y donde son controlados por eunucos en grupos de cinco o seis. Sin embargo, lo más sorprendente de los harenes son sus mutilados y deformes habitantes: eunucos, mudos, sordos y ciegos, así como enanos, son miembros de rango del servicio del único (señor del harén).



Ellos son las personas de más confianza y los que tienen a su cargo la custodia del resto de los miembros de habitantes de esos paraísos amurallados. Respetados por las mujeres y niños, entre quienes provocan miedo y autoridad. Controlan cada movimiento y dan cuenta al sultán de los intentos de subversión o los comportamientos fuera de ley.


Los eunucos son castrados desde infantes para ocupar este puesto de vigías. Con esta mutilación física sus amos eliminan su posible rebelión o las ideas adversas que pudieran provocarles sus deseos sexuales o sentimentales. También reducen sus hormonas estas castraciones lo que les hace personas pacíficas. Después de muchas disputas los estudiosos de las costumbres islámicas y de los harenes pensaron que los eunucos se dividían en cuatro bloques. Los que nacían mutilados, los que eran esterilizados, los castrados y los que no eran fértiles. Y según fuera el color de su piel eran distribuidos en sus cargos. Los blancos se hacían parte del servicio alto, a ellos se le daba la custodia y la vigilancia de los miembros importantes. Ellos eran los maestros y los instructores de los niños. Y son la escolta del propio príncipe.



El jefe de los eunucos blancos era el brazo derecho de los sultanes, mostrando a veces más poder dentro del gobierno que el gran visir del lugar. Ellos decidían quienes franqueaban las murallas y hasta donde podían hacerlo. Los eunucos negros eran los custodios del harén femenino, protectores de las puertas interiores. Sombras diurnas y nocturnas de las esposas, cuanto más feos son más valor ostentan en el mercado. Controlan desde la comida hasta las ropas de las esposas y concubinas.



La idea de su fealdad da valor a la belleza de su señor, por el único por el que las mujeres del amo deben suspirar. Los enanos ejercen de bufones y charlatanes, produciendo las risas de las horas de ocio de su señor. Y los mudos o los sordo-mudos tienen las misiones más tenebrosas, pues son los brazos ejecutores de las iras de su señor. Los mudos se encargan de las ejecuciones de las mujeres promiscuas, de los parricidios y de otras salvajes ideas de esa ley interna de los harenes.


Estrangulan con cordones de seda. Y siempre van en grupo alrededor de su amo cuando éste visita el harén. Como deben respetar a su amo y nunca franquear el silencio las personas del palacio a través de los siglos han desarrollado lenguajes muy originales de señales. Simbología escrita aunque poca, pues la mayoría de los habitantes son analfabetos y simbología o códigos secretos escritos entre los gestos de sus facciones físicas. Desde el rostro hasta los andares pueden ser utilizados para herramientas de comunicación dentro de un harén.



Los que más han terminado dominando estas artes son los séquitos de mudos que han desarrollado códigos herméticos que se basan en tocarse partes del cuerpo propio o del interlocutor, por lo que pueden desarrollar este lenguaje a la luz del día pero también en la más absoluta oscuridad. Los cuarenta sordomudos de los harenes perfeccionan estas curiosas formas de expresión en la sala de los pajes. En concreto en su mezquita.


Lo ideal en un harén desde Soliman II es nacer feo, mudo y ser castrado del todo pues así se convierte en el ser perfecto ante el sultán. En la antigüedad creaban incluso sectas dentro de las ciudades harén y se hacían con la política del lugar. Incluso derrocaron a algunos príncipes.

Hoy en día la practica de los harenes está prohibida y la de la castración desde 1922 abolida en Turquía por Kemal Taturk, personaje que también abolió en su momento el uso de velo en la mujer, pero las investigaciones demuestran que son prácticas que todavía perduran entre los pueblos musulmanes. Prueba de ello es el uso de las leyes islámicas en Afganistán por parte de los integristas. Sigue también viva, aunque penada por las leyes humanitarias mundiales está la práctica de la esclavitud.


Las ideas integristas de algunos países de religión islámica como ha sucedido en Afganistán, ha hecho retroceder en el tiempo a los habitantes de estos países, dónde no sólo han resurgido los harenes y los velos en los rostros de las mujeres, sino las leyes de ejecución a los que no las cumplan.

La mujer la gran dañada

De joven se la exhiben virgen en los mercados. Allí la examinan como carne, controlan sus rasgos físicos, pelo, uñas, dentadura, etc. Una vez la virgen es comprada por un harén se le lleva al serrallo. Allí pasara sus primeros meses aprendiendo a conocer las leyes internas que debe cumplir, los gustos de su señor que debe acatar y a mejorar lo que se espera de ella.


La mayoría será carnaza sexual. Se adoctrinará en las artes de la seducción y el placer al hombre. Aprenderá sobre el vestir. Conocerá la magia de los perfumes y aromas. Los secretos de las ablaciones a su señor. Las ablaciones rituales. Dos meses después será probada por el amo. Si es satisfactoria su velada y resulta del agrado del príncipe será tatuada en azul y se convertirá en odalisca (concubina), el paso previo a ser esposa o preferida. Si las mujeres no son del gusto el amo no serán devueltas, sino que formaran parte del servicio del harén aprendiendo los quehaceres de la limpieza o cocina, los lavaderos, ropas o el cuidado de los jardines.


Las concubinas se llaman Ikbal y su número puede ser ilimitado, su traducción significa “felicidad”, reciben trato privilegiado por parte del servicio. Las mujeres del amo son cuatro oficiales como establece el Corán y nunca más. Aunque pueden ser repudiadas o sustituidas. Las Kalfas o camareras y las danzarinas o cantantes son las otras féminas de la ciudad prisión. Son objetos que dan prestigio a su señor, cuantas más tiene un príncipe más alto erige su poder y más hijos le engendrarán, lo que también le hacen más admirado. Pero en la antigüedad también se daba el caso contrario, de que las concubinas inteligentes y las madres de los sultanes se hacían con el poder real del lugar. Mujeres que portaban el título de sultanas y que llevan como símbolo un fetiche viril, una daga en la cintura.


El príncipe, sultán o amo de harén está obligado a rendir culto diario a su madre. Debe ir a visitarla cada día y no puede retirarse de su presencia sin su beneplácito (validé). Que debe ser concedido tres veces antes de que se arrodille delante de la mujer para rendirle servicio. Un ridículo carácter machista que prohíbe la libertad de estás fortalezas dictatoriales y con ella a sus ocupante para terminan postrándose de rodillas ante una mujer que le ha dado la vida. Resulta una visión deformada de las cosas, contradictoria que en muchos lugares de nuestro planeta sigue dándose a diario.


http://www.limitesdelarealidad.com/reportaje69.htm
http://www.escritorasypensadoras.com/fichatecnica.php/164
http://www.lacasadelosmalfenti.com/anumero17/harem.htm

Tita Merello, el decir dolido

b]Actriz y cantante
5b415a0a74765006f122f979f487f751(11 de octubre de 1904 - 24 de diciembre de 2002)
Nombre completo: Laura Ana Merelli




Tita Merello no necesitó crear un personaje. En sus más de setenta años de trayectoria artística, simplemente recurrió a expresar los matices de su propia vida, entregando al público lo peculiar de su personalidad.


No tuvo maestros. Tuvo abandono temprano, calle y tristeza, donde forjó la prepotencia que la caracterizó toda su vida, fiel reflejo de los papeles que le tocó interpretar en el teatro y en el cine.


Un ejemplo de esto, es aquella memorable escena, una de las mejores de todo el cine argentino, de la película "Los isleros". En ella personifica a "La Carancha" (ave nocturna que ataca y devora a los animales más pequeños), mujer agresiva que forma pareja con un hombre tranquilo, un campesino manso. En la escena ella ataca verbalmente a su hombre y este resiste, hasta que lo llama "toruno" (buey o toro castrado), entonces el hombre reacciona y le pega rebencazos hasta amansarla, para finalmente poseerla físicamente.



No nació para cantar. De joven decía con humor tangos reos. Más adelante, a medida que su repertorio se fue ampliando, al intentar sostener las notas, desafinaba. Pero tenía ángel y era aceptada por su público, tanto es así, que de varios temas realizó creaciones inolvidables y de tal magnitud, que ninguna otra cantante se atrevió a incluirlos en su repertorio sin salir mal parada.


El tango Arrabalera -del film del mismo título, basado en la obra teatral de Samuel Eichelbaum, "Un tal Servando Gómez"-, "El choclo", "Se dice de mí", "Pipistrela" y "La milonga y yo", que fuera creada especialmente para ella por el autor y compositor Leopoldo Díaz Vélez, también para una película, son emblemas de su repertorio.



Bajita, morocha, de bellas piernas, labios gruesos y sensuales, y ese gesto de mirada insinuante y provocadora, de quien todo lo sabe y todo lo ofrece. Esa era ella y su personaje. Y así fue. Buscó todo con rabia, exultante, consiguió muchas cosas pero también perdió.


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link: http://www.youtube.com/watch?v=mfBW66KSSVQ

Fue registrada como Laura Ana Merello, nacida en la calle Defensa 715, el 11 de octubre de 1904. Hija de Santiago Merello de profesión cochero. Extrañamente no figura en su partida el nombre de su madre. Cuatro años más tarde una muchacha uruguaya llamada Ana Gianelli o Ganelli, se reconoce como su madre en la misma partida de nacimiento. Su padre ya había fallecido con sólo 30 años de edad.


«Yo conocí el hambre. Yo se lo que es el miedo y la vergüenza», con estas frases comenzó el relato de los duros momentos vividos en el asilo donde pasó sus primeros años.

«Mi infancia fue breve. La infancia del pobre es más breve que la del rico. Era triste, pobre y fea». Ya más grande, declaró sin pudor, "haber hecho la calle".


Y acto seguido confiesa que ya siendo reconocida en el ambiente artístico, un periodista famoso, al saludarla y tomar su mano, luego de observarla procazmente con intenciones "non santas", le dijo: «Usted en otra vida debió haber sido cortesana.» Y ella contestó: «¿Y ahora qué soy?»


Llega al escenario al enterarse que se necesitaban coristas en un teatro cercano el puerto, de esos característicos que vemos en las películas, frecuentado por marineros y gente del bajo fondo.

Un periodista de la época lo describe como un teatrillo de mala muerte, casi pornográfico, de nombre "Ba ta clán", a partir de entonces, a las coristas se las llamó "bataclanas", y este término se convirtió en sinónimo de "mujer alegre".

Tiempo más tarde pasó a ser una "vedette" y la bautizaron "La vedette rea". En esta condición estrena la obra "Leguisamo solo", creada por el director musical de la compañía, un italiano acriollado amante del turf, Modesto Papavero, y resulta un notable éxito.







link: http://www.youtube.com/watch?v=hl6yVxlymRM


Un famoso crítico teatral que la conoció antes de los años '30 dijo de ella: «Es una de las actrices más temperamentales, más fogosas y de carácter más fuerte de la escena nacional, a la par que es muy picara, muy rápida para las réplicas, muy inteligente, e interpreta los tangos como actriz. Cada tango es un pequeña obrita de teatro.»


Comenzó en el cine con el cine mismo. Aparece en la primera película sonora argentina reconocida como tal, "Tango", del año 1933. Otras posteriores apariciones suyas fueron de "segunda damita joven", pero de personalidad opuesta a la primera actriz que hacía el papel de "cándida" y con quien, en definitiva, se quedaba el galán, todo en un marco de comedia.


Pero cuando en 1937 filma "La fuga" se revela como actriz dramática, desconcertando a productores y directores, por su naturalidad, su expresión y su desenvoltura.


Otras películas importantes de su trayectoria en el cine, que la consagran en forma definitiva, fueron: "Morir en su ley", "Filomena Marturano" (del actor y dramaturgo italiano Eduardo De Filippo), "Los isleros", "Arrabalera", "Pasó en mi barrio", "Guacho", "Para vestir santos", "Amorina" y muchas más hasta superar las cuarenta.


Con el tiempo y en pleno desarrollo de sus éxitos actorales es requerida por el teatro, la televisión y por la radio, medio, este último, en el que continuó hasta su vejez. Ya era "Tita de Buenos Aires".


Como cancionista llegó al disco en el año 1927, para el sello Odeón, con dos temas: "Te acordás reo" (de Emilio Fresedo) y "Volvé mi negra" (de José María Rizutti y letra de Fernando Diez Gómez). En el año 1929 pasa a la Victor donde graba 20 temas, destacándose "Tata ievame p'al centro", "Che pepinito" y "Te has comprado un automóvil".


Luego de un largo paréntesis vuelve a los estudios de grabación, en el año 1954, de la mano de Francisco Canaro, siendo esta su época consagratoria. Allí surgen discos inolvidables como "El choclo", "Se dice de mí", "Arrabalera", "Niño bien", "Pipistrela" y "Llamarada pasional", este último dedicado a Luis Sandrini y del cual es autora. En las décadas del sesenta y del setenta graba más de cuarenta temas, con las orquestas de Carlos Figari y Héctor Varela.


Todo lo hizo con ímpetu arrollador. Fue mujer de muchos hombres, pero siempre reconoció un solo amor, el del actor Luis Sandrini (fallecido en 1980), con el que vivió alrededor de una década y quien luego la abandonara por una actriz más joven, Malvina Pastorino (fallecida en 1994).


«Mi mejor personaje es el mío. Una actriz dramática se llora a si misma cuando interpreta un personaje teatral.»

Obtuvo premios como actriz, pero lo más importante fue el reconocimiento del público, que la consagró como un símbolo de la mujer del tango y de Buenos Aires.







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Con el tiempo y los peronistas en el gobierno ella se encargará de rectificar sus despojos de identidad. Y cambiar el Merelli paterno por Merello, como bien se la conoce. Se crió en un asilo, y allí conoció el hambre y el miedo.

"Yo se lo que es la vergüenza y el miedo. Cuando estaba en el asilo, una noche me desperté con dolor de barriga, y vi con horror que mi bombachita estaba manchada de caca. Siento todavía el frío del piso debajo de mis pies yendo al baño, y mis manos debajo del agua helada, para lavarla y volver a mi cuarto sin que nadie me escuchara ni me viera, además era la única bombacha que tenia"






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En 1924, ya era una figura destacada en el teatro Maipo, integrando la compañía de Roberto Gayol, en los programas se la anunciaba como "La vedette rea".


Allí cultiva un tango de contenido humorístico, parecido al que hacía Sofía Bozán, pero con una modalidad interpretativa que se alineaba en la intencionada picardía de los cuplés y en la gracia de las tonadilleras españolas que tuvieron su apogeo en el Río de la Plata, entre 1900 y 1920.


En su estilo se recogían los elementos propios del sainete, donde se alternaba el recitado y el canto. Su versión de "Se dice de mí", su grabación más famosa y una especie de autorretrato, son el ejemplo más representativo y definen la modalidad de un repertorio, que ella siempre mantuvo, entre los límites de lo cómico y lo grotesco.


Cantando tangos, Tita Merello descubre una verdad que después explotaría en su extensa y exitosa carrera de actriz; "la gente siente las cosas de la piel para adentro", manifestó en más de una oportunidad. Ella tenía el lenguaje que le había dado la calle y perfeccionó, arriba del escenario, haciendo los sainetes.
El tango, fue su compañero de toda la vida.


Este siempre le permitió expresar lo que sentía y en ocasiones lo cantó sensible, amable, valiente y rebelde como en el caso de "Arrabalera": "Mi casa fue un corralón/ de arrabal, bien proletario/ papel de diario el pañal/ del cajón en que me crié./ Para mostrar mi blasón,/ pedigré bastante sano,/ soy Felicia Roberano,/ mucho gusto, no hay de qué." Era otra de las maneras de crear su estilo.


El escritor argentino Horacio Salas, en su libro, "El Tango", la define así: "Tita Merello asumió desde el humor la representación de los sectores marginales, que nacidos en la más extrema pobreza arribaron al centro con el objeto de sobrevivir en el mundo del tango. Algunas de las letras de su repertorio son recuerdos de la picaresca de los primeros años y representan, en la misma asunción de su origen, una burla a la tilinguería del medio pelo porteño abocado a ocultar el ámbito en que transcurren los años de la infancia y las dificultades económicas sufridas hasta que llega el momento del éxito".


La actriz

Tita Merello siempre quiso hacer teatro y la oportunidad se la brindó el actor y cómico argentino Luis Arata en 1936. Un año después iría, por primera vez, a Montevideo para hacer "Santa María del Buen Ayre". Nadie la conocía, nadie le tenía confianza. Al terminar la función, la noche del estreno, el autor, Enrique Larreta, le preguntó en los camarines, de dónde había sacado la emoción de esa noche, con la ironía, que ya formaba parte de su personalidad le respondió: "De las letras de los tangos, doctor Larreta".


Diez años después, le diría al escritor, periodista y hombre de radio argentino Héctor Bates: "Voy a ser la gran actriz de Buenos Aires. No sé cuándo, no interesa, pero lo seré y no creo que esto sea una insolencia ni una pretensión. No sé si será cuando tenga cuarenta y cinco años, pero de que lo seré, estoy convencida". Justamente a los cuarenta y cinco años, en 1949, se había convertido en la actriz que había soñado. Su papel de Filomena Marturano, lo representaría quinientas veces.


Las otras películas, en las que demostró su gran talento dramático, fueron: "Los evadidos", "Para vestir santos", "Mercado del Abasto", "Pasó en mi barrio", "Arrabalera", "Guacho". Fue, sin duda, la Ana Magnani del cine argentino, pero no una Ana Magnani en miniatura, sino entera y cabal. Pequeño era su mercado comparado con el de la artista italiana, pero igual en su genio y carisma.


Al producirse el golpe de Estado que derribó a Perón, en setiembre de 1955, Tita Merello, que se había constituido en figura descollante del cine argentino, fue definitivamente raleada. La discriminaron y la prohibieron. Le levantaron la censura a Libertad Lamarque y comenzó la de ella.


Viajó a México, en 1957, para ganarse el pan, nuevos lauros y olvidar otro dolor mucho más hondo. Luis Sandrini, el gran amor de su vida, desde que se conocieron durante la filmación de la película "Tango", en 1933, decide dejarla en soledad y casarse con la joven actriz Malvina Pastorino.


Volvería unos años después a Argentina, donde nuevamente se subiría a los escenarios, volvería a filmar, actuaría en radio y televisión, esas serían las ventanas abiertas al cariño de un público que la admiraba y adoraba como a pocas.


El historiador y presidente de la Academia Porteña del Lunfardo, José Gobello, la define en forma rotunda: "Con barro de frustraciones y fuego de triunfos, fue modelada esta mujer admirable, este ídolo que vaya a saber de qué están hechos sus pies, porque todo el oro lo reservó para su corazón."


En los últimos diez años (muere en 2002) estuvo internada y cuidada en la Fundación Favaloro. Dicen que cuando se sentaba a tomar el fresco en la puerta de la Fundación Favaloro los colectiveros la saludaban haciendo sonar sus bocinas: el saludo más espontáneo y lógico para una mujer del pueblo hasta sus últimas consecuencias. A su pedido, el dinero que podría haberse destinado a flores para su funeral será entregado a la institución que la cobijó a lo largo de la etapa final.





Toda una mujer
x Álvaro Loureiro

Es cierto que a lo largo de sus 98 conscientes años hubo quienes compararon la intención y el desenfado de Tita Merello con similares atributos de Edith Piaf, mientras los especialistas en analizar temperamentos dramáticos no dejaban de referirse a la Magnani o a Bette Davis, sin olvidar al que, aquilatando el atractivo de las piernas y la carga sensual de la mirada, la asociara a la también legendaria Marlene Dietrich. El mérito de Tita, sin embargo, era, antes que todo eso, el haber sido la creadora de una imagen propia, nacida de la fibra personal de eterna sobreviviente y destinada a ser reproducida y destacada en los escenarios, el cine, la radio, los discos y la televisión.


Nadie sabe empero cómo fueron en detalle los primeros difíciles, muy difíciles tiempos de la muchachita pobre que aprendiera a leer después de cumplir 20 años, cuando comenzaba a brillar en la revista. Atrás quedaban la niñez en el medio rural -hay hasta quien sostiene que Tita vio la luz en San Ramón, Uruguay- haciendo tareas de boyerito, en medio de una orfandad que le hizo conocer las paredes de un asilo. El traslado a Buenos Aires no apuntó en principio a la esquina de Corrientes y Esmeralda sino a los adoquines del bajo, recorriendo oficios, de sirvientita a copera en la milonga y ainda mais, como deja traslucir en el libro semiautobiográfico La calle y yo.


¿Qué mejor título podrían tener las memorias de esta mina cuyo temprano atrevimiento la impulsara a plantarse delante de cualquiera, abrir los ojos, fruncir el labio superior, mostrar las piernas y decir el verso con la ironía y el tono cachador de una intérprete de primera línea? El arte entonces la transformó y le abrió caminos. El pasado fue su escuela y se reflejó en cada una de sus actuaciones. Ojos, boca y voz. Más atrás venían un cuerpo bien torneado, la melena lacia y la carga provocativa que se escapaba por los poros. No era hermosa a primera vista, pero en un par de minutos se convertía en irresistible imán.


Los primeros éxitos fueron en el viejo Bataclán y luego en el Maipo, animando cuadros tangueros en espectáculos de revista. A nadie se le ocurriría no obstante pensar, en plena década del 20 bonaerense, que esa misma Tita conquistaría, años después, el teatro "serio" para brillar no sólo en títulos como El conventillo de la Paloma, una obra un poco a su imagen y semejanza, sino además en vehículos realmente dramáticos como los que ofrecían La tigra de Florencio Sánchez, Filomena Marturano de Eduardo de Filippo o el intenso retrato de mujer abandonada que afloraba en Amorina, de Eduardo Borrás. Para llegar allí, le sirvieron el cine en donde pasó de tanguera protestona a gran figura y los discos de pasta que la radio difundía a toda hora.


La mayor parte de los temas que cantaba o decía -mejor ambos términos- habían sido escritos para Tita, o Tita se adueñaba de ellos. Tal lo que sucediera con "Arrabalera", en cuya letra dejaba bien claro cuán orgullosa se sentía de serlo, la infaltable "Se dice de mí", toda una invitación para que se la viera en camisón, la graciosa "Pipistrella", una gloriosa versión de "El choclo", "Qué hacés, qué hacés" (pronúnciese "hashés" de modo de captar toda la carga de ironía), y "La milonga y yo", en donde la frase "vamos subiendo la cuesta" le serviría de leitmotiv para colorear inolvidables participaciones en los Sábados Circulares de Mancera.


En unos y otros, con o sin el apoyo de la batuta del maestro Francisco Canaro, no hubo como Tita para pronunciar términos como "niño bien", "pretencioso", "engrupido" y otros epítetos que subrayaban que con esa mina no se jugaba. Si el feminismo no había llegado al Río de la Plata desde afuera, Tita, desde adentro, lo inventaba y patentaba. Por vivencias y elección, la Merello era una mujer independiente. Sólo siendo independiente pudo sobrevivir cercada por la miseria, el analfabetismo y los golpes y caídas en el empedrado.
Esa misma mujer independiente no se sintió más tarde disminuida al decidir dejar su carrera en un segundo plano para seguir a su amado Luis Sandrini a México o a donde fuese.


Esa especie de silencio voluntario y feliz se prolongó por casi toda la década del 40 hasta el momento en que Sandrini volviese la mirada en dirección de Malvina Pastorino. El fin de la relación no significó en absoluto el olvido para Tita por parte de quien siempre llamó el gran amor de su vida. Había habido y hubo igual otros hombres -un juvenil Tito Alonso que encarnaba a su hijo en Arrabalera la acompañó durante un tiempo-, sin desprenderse ella, por cierto, del recuerdo de aquel sentimiento que, años más tarde, la impulsaría a escribir el tema "Llamarada pasional". En el plano personal y profesional, de todas maneras, Tita se imponía el silencio y rehuía reencuentros y comentarios.


Si bien se la conocía por manifestaciones como "no soy rencorosa, pero jamás olvido a los que me golpearon, despreciaron o insultaron", las contradicciones inesperadas formaban también parte de su marca de fábrica. O quizás no, ya que, católica practicante a su manera, faltaba más, Tita se las arreglaba para bajar la guardia y permitir aflorar una generosidad pronta a apoyar innumerables obras de caridad o a solidarizarse con colegas en dificultad. En las buenas, las muy buenas y las malas, Hugo del Carril, por ejemplo, fue uno de los grandes que se le acercó y la apoyó y ella hizo otro tanto.


La Merello había bailado tangos y milongas con Tito Lusiardo, podía mostrar las uñas y sacarse chispas con Olinda Bozán en la pantalla o sobre un escenario y aceptar con entusiasmo y sabiduría papeles de mujer mayor, como lo hiciera en Los isleros y Pasó en mi barrio, obteniendo lauros de todas las tiendas. El marco peronista parecía entonces el ideal para promover el ascenso de una figura proveniente de las clases bajas que no se molestaba en ocultarlo y era capaz de enarbolarlo por dentro y por fuera de sus personajes.


Por mérito propio, la Merello fue una gran estrella en la época de Perón y, pasado el ostracismo con el cual se intentó rodearla después de la caída del líder, no hubo tantos obstáculos a la hora de reverdercer los laureles. Para recuperar posiciones, supo utilizar las armas de mujer independiente mediante las cuales se abriera camino desde niña. Es que no resultaba tarea sencilla identificar a Tita con un grupo determinado.


Más fácil, en cambio, se volvía descubrirla cerca de la gente anónima que se acercaba para pedirle ayuda o consejo. El consultorio sentimental -y existencial- de la Merello no sólo accedía a las páginas de una de las revistas de mayor venta. Más de uno se le presentaba en el estudio o en el teatro para contarle sus problemas. A las mujeres, por lo pronto, se las metía en el bolsillo cuando, entre el tango de rigor y las réplicas a Mancera, miraba a ese lente que tan bien conocía -"¡Ché, no me vayás a enfocar el bandoneón!", le lanzaba al camarógrafo señalándose el cuello y el mentón- sin dejar nunca de dirigirse a las "señoras" que la miraban y, sin duda, admiraban su sinceridad, porque sabían que, llegado el caso, se hallaban ante alguien que, con o sin razón, nunca se callaba y era capaz de poner a raya a cualquiera, desde la reina de Inglaterra para abajo.
Tita Merello se había convertido en una señora capaz de lucir un modelo con elegancia natural y, al rato, irrumpir en el estreno de un compañero sin maquillaje y de pañuelo a la cabeza.


Es probable que no haya nacido en San Ramón, por más que quería tanto a Montevideo como para mantener un apartamento en Pocitos al que se venía a descansar junto al inseparable Corbata. Los últimos años se le hicieron un poco largos en la soledad -o independencia- elegida. Es que, a lo mejor, de a ratos, Tita se olvidaba de que estaba bien acompañada por una legión de hombres y mujeres a los que emocionó, divirtió y hasta enseñó. Como no podía ser de otra manera, se fue el día de Nochebuena. (Diario La Répública, ROU)



Se dice de mí

Merello nunca renegó de su origen ni de su pasado y en un reportaje reconoció haber "hecho la calle". Hasta los 20 años fue analfabeta y fue un amante "culto" quien le enseñó a leer.


Su gran amor, fue Luis Sandrini, el hombre que la marcó eternamente y con quien compartió diez años de su vida hasta que la dejó repentinamente después de un viaje, sin explicación alguna. A ese amor, que fue público, se comenta que le escribió el tango, "Llamarada pasional", canción que tuvo un gran éxito. Cuentan sus allegados que en su casa había una silla vacía, la que usaba Sandrini y que nadie volvió a utilizarla después de él.


En 1992, la conductora televisiva Susana Giménez juntó a la veterana actriz y cantante (tenía 88 años) con la esposa de Sandrini, Malvina Pastorino. Ambas actrices aceptaron juntarse con la condición de no hablar del actor. Sin embargo en un momento del programa Merello dijo "el que te dije debe estar contento: acá estamos las dos, ella (por Pastorino) fue su mujer y yo, tal vez, haya sido su amor".


Aunque nunca fue una militante, simpatizaba con el peronismo, la fuerza popular que dominó la historia política argentina y que la legitimó socialmente. Con la caída del gobierno de Juan Domingo Perón, Tita ya no tuvo el mismo trabajo, le fueron negadas muchas posibilidades e incluso llegó a ser atacada a la salida de una radio por grupos que apoyaban al golpe militar del 55, que derrocó a Perón. Así es como fue proscripta. Para poder mantenerse trabajó recorriendo el interior del país y en parques de diversiones y circos. Luego decidió viajar a México, desde donde retornó hacia la Argentina, en 1957.


Retomó su trabajo, sorprendiendo al público con su participación en la televisión. Tita también figura entre los grandes nombres de la radio argentina: participó en ciclos con una gran repercusión, como "Mademoiselle Elise", con libro de Luis Mario Moretti y "Gorriona", con textos de Roberto Gil. Es en ese mismo medio, en la década del 70 donde emite su famosa muletilla: "Hacete el papanicolao" (examen ginecológico femenino que detecta enfermedades como el cáncer). Con el paso de los años y para ocultar su decadencia física la radio fue el medio en el cual se recluyó. En la radio trabajó hasta después de los noventa años en espacios semanales donde se convirtió en una especie de conciencia moral de los argentinos, dando mensajes de cuño cristiano.





fontes
http://literaturarioplatense.blogspot.com/2010/01/tita-merello-uno-de-los-grandes-mitos.html
http://tango.idoneos.com/index.php/Biografias/Tita_Merello
http://www.clubdetango.com.ar/articulos/tita_merello.htm

Ambrose Bierce, el amargo


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Ambrose Gwinnet Bierce (24 de junio de 1842 - ¿1914 ?) fue un escritor , periodista y editorialista estadounidense . Su estilo lúcido, vehemente y vitriólico (hoy diríamos: con mala leche) le ha permitido conservar la popularidad un siglo después de su muerte, mientras que muchos de sus contemporáneos han pasado al olvido.

Ese mismo estilo cáustico hizo que un crítico le apodara "El amargo Bierce" (Bitter Bierce). Es uno de los representantes más genuinos del pensamiento pesimista estadounidense en las letras -junto con Hawthorne, Poe, Melville e incluso Mark Twain- contrapuesto al optimismo de un Emerson o al vitalismo de Whitman, por ejemplo. Relegado al rango de escritor de segunda categoría, Bierce ha padecido omisiones injustas, como así también reivindicaciones exageradas.





Nació el 24 de junio de 1842 en Horse Cave Creek, Meigs Country, Ohio, Estados Unidos de Norteamérica, en un hogar de agricultores pobres y estrictamente calvinistas. Fue el décimo de trece hijos. Su padre, Marcus Aurelius Bierce, amigo de la repetición, les puso a todos sus hij@s nombres comenzados con la letra "A": Abigail, Amelia, Ann Maria, Addison, Aurelius, Augustus, Almeda, Andrew, Albert, Ambrose, Arthur, y las gemelas Aurelia y Adelia —los tres últimos murieron en la infancia—. De todos ellos, Ambrose sólo mantuvo buenas relaciones con su hermano Albert. De su padre, Bierce dirá: Mi padre era un pobre campesino que no pudo darme una educación formal, pero me dio libros, y gracias a ellos y a él, que me los puso a alcance de mi mano, debo todo lo que soy ahora.


Su madre, Laura Sherwood Bierce, fue quien tuvo que dirigir y gobernar la casa. Eran una familia campesina, sin embargo a su esposo no le gustaban esas tareas. El, de carácter apocado, prefería dedicarse a la lectura antes que salir a cosechar en el campo; mal pudo hacer algo para que su familia no viviera agobiada por la precariedad. Pese a esto, gastaba el poco dinero que tenía en llenar su biblioteca de autores clásicos. A los diez años, Ambrose Bierce había leído la traducción de Homero al inglés de Pope y años más tarde reconocería que debía a los libros de su padre sus ambiciones literarias. Asimismo, la atmósfera de la casa de los Bierce parece haber sido un magnífico estímulo para que germinara, en Ambrose, el odio por todos los suyos

Su familia se traslada en 1846 al norte de Indiana. Con el consentimiento de los padres —sólo tenía 9 años— , se va a la casa de un imprentero, en donde trabajó varios años. Allí se editaba el periódico local The Northern Indiana, defensor de la abolición de la esclavitud.

A los diecisiete años, luego de un escándalo amoroso con una señora de setenta años, tuvo que alejarse de Warsaw, el dueño del diario. Aconsejada por un tío paterno, Lucius Verus Bierce, su familia lo manda al Kentucky Military Institute por espacio de un año.

Regresa a Indiana y trabaja primero en la granja de sus padres. Luego, como albañil y después de camarero y mozo de un salón de marinos. Cuando estalla de la Guerra de Secesión, se alista como voluntario en el bando unionista del norte. Interviene en varias contiendas importantes: en la batalla de Shiloh se inspiraría para escribir una de sus más famosas historias de soldados, An Ocurrence at Owl Creek Bridge— , la batalla de Chickamauga, en la que resultó vencido el ejercito unionista, fue fuente de inspiración para su historia del mismo nombre.

Su hermano Albert lo cuida, en febrero de 1964, ya que había sido herido en la cabeza en la batalla de Kenesday Mountain. Se reincorpora al ejército en septiembre. Pero aquella herida le producía desvanecimientos, por lo que tuvo que dejar su puesto en la infantería. La última batalla en la que participó fue la de Franklin, Tenessee, que recordaría años más tarde en su cuento The major’s Tale, de carácter autobiográfico.

Resigna su puesto militar en 10 de enero de 1865, aunque no fue licenciado hasta marzo o abril del mismo año. Para entonces el ejército unionista ya había ganado la guerra.

Ambrose Bierce consigue trabajo en Selma, Alabama, como administrador del algodón que se le confiscaba a los confederados vencidos. Allí empieza a conocer la brutalidad de los políticos, ya que los funcionarios se enriquecían con lo que confiscaban. Bierce se mantiene honesto en medio de la corrupción y renuncia al cargo. Se toma vacaciones en Nueva Orleans, desde donde parte a Panamá. Allí escribiría su primer cuaderno de notas ilustrado.

A su regreso, en septiembre de 1865, el general Hazen lo invita a participar como ingeniero topográfico en una expedición contra los indios Sioux. Deseoso de aventuras, Bierce acepta reincoporarse en la milicia. Es así como parte en julio de 1866 hacia Omaha, previa visita a sus padres. Siempre iba con su cuaderno de notas, en esta oportunidad lo publicará 10 años más tarde.

Abandona la expedición de Hazen en 4 de abril de 1867. Tal vez por intervención del general, Bierce es nombrado Mayor del ejército.

Atraído por la actividad cultural de San Francisco, decide quedarse allí y buscar trabajo. Consigue empleo en la casa de la moneda como sereno. Y de modo que este trabajo le dejaba mucho tiempo libre, empieza su carrera de escritor como autodidacta. El ambiente del San Francisco de postguerra ofrecía un círculo cultural bastante amplio: se encontraban allí Mark Twain, Bret Harte, Joaquin Miller y algunos otros.

Sus primeras obras fueron dos poemas olvidables que se publicaron en un periódico. Años más tarde él mismo declararía: "cuando tenía veinte años llegué a la conclusión de que no había nacido para poeta. Fue el momento más doloroso de mi vida".

Publica en prosa un ensayo sobre el sufragio de la mujer. Su estilo sigue el cariz satírico y de exagerado de Mark Twain y Bret Harte, mostrando la misma irreverencia por las instituciones y la sociedad de su tiempo.

Escribe en varias publicaciones de San Francisco, hasta que el 12 diciembre de 1868 fue nombrado redactor del Town Crier, en donde escribían los humoristas más famosos de la ciudad. Su papel era el de abogado del diablo, o sea quele venía divinamente. Antifeminismo, anticlericalismo, ataque a los funcionarios del estado y el sistema de educación fueron sus punto de mira.

Sus ataques llegan a ser tan virulentos que se le consideró "the wickedest man in San Francisco" (el hombre más perverso de San Francisco). A pesar de esto, Bierce se convirtió en celebridad y se lo invitaba a todas las reuniones sociales. Su personalidad era atrayente, tanto como su porte: alto, rubio, de ojos azules, siempre bien vestido.


En San Francisco se mezcla en la vida política local, aunque sin tomar partido por nadie, sino más bien irritando a todos. Traba amistad con Mark Twain, quien como él se dedica al ejercicio del periodismo ríspido.

Entre enero y junio de 1871, bajo el seudónimo de "Ursus" publica varios artículos, haciendo alusiones a Platón, Voltaire, Coleridge, Bacon, Novalis, Ruskin, lo que da una idea de lo que estaba leyendo.

Debido a su condición de asmático, Ambrose Bierce decide pasar unas vacaciones en San Rafael. Es en este sitio de veraneo donde conoce a Ellen Day, conocida con el nombre familiar de Mollie. Se casa con ella el 25 de diciembre de 1871. Por el momento, se quedan a vivir en esa ciudad. Sus suegros les regalan, poco tiempo después, un viaje a Londres. Publica su última nota el 9 de marzo de 1872 y parte para las islas.

Londres era por aquellos tiempos el sueño de todo escritor americano. Años más tarde, Bierce describiría su estancia en Londres como la época más feliz y fructífera de su vida. Admiraba, según sus propias palabras: un sistema en que la mayoría de puestos públicos, políticos y profesionales, civiles y militares, eclesiásticos y seculares, los ocupaban hombres educados —es decir, de facultades mentales desarrolladas y juicio disciplinado— no puede ser del todo erróneo.

Lo que fue un viaje de placer, pronto fue mudando propósito. Consigue trabajo en The Fun, y en el semanario Figaro. Enviaba también artículos al Alta California sobre los acontecimientos del momento en Inglaterra y los lugares turísticos que visitaba.

Entre julio de 1872 y marzo de 1873 publica una serie de scketches periodísticos. A finales de julio de 1872, Hoten, un editor a quien Mark Twain había calificado de "pirata", sugiere la publicación formal de la obra de Bierce. Ese mismo año otra editorial publica su 2º libro, y el 3º un año después. Bierce posteriormente despreció estos tres primeros libros y no quiso que se volvieran a publicar. Había en ellos errores gramaticales y de estilo.

Fue en Londres donde se difundió el apodo por el cual más tarde se lo conocería en todo el mundo: Bitter Bierce ("Bierce, el amargo" ó "El amargo Bierce".

La niebla de Londres no le sentaba muy bien a su asma por lo que decide junto a su esposa, mudarse a Bristol, donde el clima de campo le era más beneficioso. Allí nace su primer hijo, Day, en diciembre de 1872. En la primavera de 1874 se muda, luego de haber pasado por unas cuantas ciudades, a Leamington, Warwickshire. Allí nace su hijo Leigh, el 29 de abril de 1874.

El 22 de abril de 1875 su esposa decide volver a América con sus hijos. Bierce, ignorando que se hallaba embarazada, esperaba que volvieran unos meses más adelante. Se instala en Londres en forma provisoria. Al advertir que su familia no volvía, regresó a Estados Unidos el 25 de septiembre de 1875. El 30 de octubre nace su hija Helen. Bierce se encontraba ahora con tres hijos y sin trabajo...

El 25 de marzo de 1877 inicia su columna en la revista Argonaut. En junio de este mismo año, Bierce publicó con sus colaboradores William H. Rulofson, fotógrafo, y T. A. Harcourt el libro The Dance of Death. Este libro causó fascinación. Se vendieron 18.000 ejemplares.

En mayo de 1878 muere su madre. Su padre había muerto ya en febrero de 1876. Según varios biógrafos, pasa momentos de depresión que sirven para templar, aún más, su espírutu.

A finales de 1879, con sus sarcásticos comentarios en el Argonaut, su fama e ingenio daban al periódico la mayor distribución del oeste. A pesar de esto, en 1880 se traslada a Rockerville para administrar un yacimiento de oro. Según investigaciones de sus biógrafos, dice que Bierce fue el mejor administrador y minero que tuvo esa compañía.

En enero de 1881 vuelve con su familia a instalarse en San Francisco, pero no consiguió reanudar su trabajo en Argonaut. Comienza a trabajar en otro semanario, en donde continúa con la columna que lo viene haciaendo famoso. Empieza una nueva sección compuesta por ácidos epigramas y aforismos e inicia The Devil Dictionary (El deccionario del Diablo), idea sobre la cual viene trabajando.

Ambrose Bierce se queda nuevamente sin trabajo. A partir de 1887, la vida de Bierce sigue una cadena de desastres personales y triunfos literarios. Entre los desastres, cabe destacar su mala salud, la separación de su esposa y la muerte de su hijo Day.

En 1888 descubre las cartas que un pretendiente danés le envía a Mollie, su esposa. Esto fue suficiente para que Bierce abandonara el hogar sin más explicación que la que dio años más tarde: No me ha gustado nunca competir, ni siquiera por el favor de una mujer.

Su hijo Day muere en un duelo en julio de 1899. Ambrose Bierce llevó el cuerpo hasta Santa Helena para su funeral . El impacto de la muerte y de su propia soledad parecen haber activado su capacidad creadora. De esta época son varios de sus cuentos mejor logrados, con los que debía alcanzar la verdadera fama literaria.

Durante esta época se le presenta el contacto más importante en su carrera periodística. Hearst, el rey de la prensa, que había comprado The San Francisco Examiner, llama a Bierce para ofrecerle la incorporación a su planta. Trabaja también para el New York Journal, en ambos con columnas de opinión y diseccionamiento, ganando amigos por todas partes . Vuelve de N. York a vivir a San Francisco.

Al tiempo que prosperaba su carrera periodística, aumentaba su producción literaria. En 1890 publica un volumen de relatos titulado Tales of soldiers an civilians (Cuentos de soldados y civiles), aparecieron simultáneamente la edición norteamericana y la inglesa. El libro tuvo una muy buena recepción en ambos países.

Trabaja escribiendo un libro por entregas, con mal final pq la editorial quebró y Bierce no vio un dólar. La siguiente publicación, la de Can such things be? (1892) fue también un fracaso económico. El título está basado en un pasaje de Macbeth citado años antes en Nuggets and dust: "Can such things be / and overcome us like a summer’s cloud / without our special wonder?"

Luego de una nueva edición en 1898, revisada y ampliada, de In the midst of life con la que obtuvo algún rédito, su hijo Leigh le consigue un contrato para publicar Fantastic fables (Fábulas fantásticas) (1899).

En 1899 Bierce dejó San Francisco para irse a vivir al este, donde pasó los últimos trece años de su vida. En 1900 se casó Leigh. Como su padre, también sufría de los bronquios y muere de una pulmonía en Nueva York, al año de su casamiento. Su hija Helen, que había venido de Los Ángeles, se contagió el tifus y tuvo que ser hospitalizada durante ocho semanas. Durante este tiempo a Bierce se le acentuaron los problemas de asma, que se acrecentaron con la muerte de Mollie.

Su estado de salud era precario, pero seguía escribiendo literatura y para periódicos. Luego se pelea con Hearst y renuncia; aunque siguió trabajando en otro periódico también propiedad del magnate de la prensa. Pasaba largas horas jugando al billar en los clubs de caballeros.

Unos años antes, en 1906, Walter Neale le había sugerido la publicación de sus obras completas mediante suscripción. La idea de la suscripción no le interesaba mucho a Bierce, pero sí ver toda su obra reunida. Aceptó, y desde 1909 hasta 1912 trabajo incansablemente en sus escritos.

Terminadas sus Collected Works, Ambrose Bierce se despidió de la literatura. Recorrió los sitios en los que había luchado en la guerra civil y planeó irse a México a juntarse con Pancho Villa. De aquí en más todo lo que se sabe de él es por medio de documentos o cartas a familiares y amigos. Le cede, a su hija Helem, los derechos de su tumba en un cementerio de California, prueba de que pensaba ya no volver; como lo confirma una carta del 16 de agosto de 1913 en la que dice: Bah, debe ser horrible morir entre sábanas, y si Dios quiere a mí no me ocurrirá.

En una carta a Nelly Sicler dejó pruebas aún más significativas: Mi plan, si es que lo tengo, es el de ir por México a uno de los puertos del Pacífico, esto si consigo pasar sin que me lleven al paredón y me fusilen por americano. En otra carta se lee: Si ustedes escuchan decir que yo fui puesto en un muro de piedras mexicano y fusilado, sepan que yo considero esto como la mejor formar de abandonar la vida. Y hay otra referencia de Bierce, que dice: Être un gringo à Mexico — Ah, ça c’est l’euthanasie! (ser un gringo en México, ah! eso es la eutanasia).

A través de sus cartas se pueden seguir sus pasos hasta 1913. Salió de Washington el 2 de octubre de 1913. Visitó los sitios donde había luchado en la guerra civil. Llegó a Nueva Orleans, donde dice en una entrevista que había dejado de escribir y que se marchaba hacia Sudamérica. Pasa por San Antonio, y de allí a Laredo. De ahí a El Paso, para después entrar en Juárez, ciudad que Pancho Villa había tomado el 15 de noviembre. Acompañó al ejército de Villa a Chihuahua.

A la edad de 71 años, envía su última carta, fechada el 26 de diciembre, en donde dice que pensaba ir a Ojinaga al día siguiente. Esta ciudad fue sitiada durante diez días a partir del 1 de enero de 1914. Ojinaga fue capturada el 11 de enero, luego de una sangrienta batalla. Los cuerpos fueron quemados en grandes pilas para evitar el peligro del tifus. Puede ser que allí estuviera el de Ambrose Bierce, aunque también es posible que muriera en cualquier lugar debido al asma, por su edad o por cualquier otro incidente. Su muerte está cubierta por el manto de la incertidumbre. Un final inesperado, como en muchos de sus cuentos.

El gobierno de los Estados Unidos pide al gobierno de México un informe sobre Ambrose Bierce. Las investigaciones son confiadas a cierto mayor Gastón Pridu que muestra su fotografía a una gran cantidad de oficiales del destacamento del ejército de Villa bajo el mando de Ortega. Uno de entre ellos, el segundo capitán Salvador Ibarra, lo identifica. El recuerda haber acompañado a usted al destacamento de Ortega, cuando comienza el sitio de Ojinaga". Otros biógrafos dicen que el capitán Emir Holmdahl oyó decir que habían matado a "un gringo viejo" durante la batalla.

Su muerte ha hecho correr ríos de tinta. El escritor mexicano Carlos Fuentes en su "Gringo viejo" imagina sus últimos días, jugando con el mito, la verdad, la ficción, la certeza; Benjamín de Casares lo sentó en el Café Gambrinus, en México D.F. con unas copas de brandy; Miriam Storn pone en escena a un viejo camarada de Bierce y presenta un montón de detalles tan triviales como imaginarios; Thomas Burke ha sugerido una explicación sobrenatural a su misteriosa desaparición.

Hay quienes sostienen que estuvo en el bando de Pancho Villa, en cambio otros afirman que estuvo del lado de Carranza y que, cayendo prisionero de Villa, fue fusilado. Así como nunca sabremos la fecha exacta de su muerte, tampoco podremos conocer qué fue de su vida en México.












Algunas frases de Bierce


El coraje es una de las cualidades más conspicuas del hombre que está en seguridad.

En asuntos internacionales, la paz es un período de trampas entre dos luchas.

La política es la conducción de los asuntos públicos para el provecho de los particulares.

La pintura es el arte de proteger la superficie plana de los daños del clima para exponerla a los daños de la crítica.

Un inventor es una persona que idea una ingeniosa disposición de palancas, ruedas y mecanismos, y lo toma como civilización.

La cortesía es la forma más aceptable de la hipocresía.

Planear: preocuparse por encontrar el mejor método para lograr un resultado accidental.

No robes: de esta manera no tendrás nunca suerte en los negocios. Haz trampas.

El futuro es ese periodo de tiempo en el que prosperan nuestros negocios, nuestros amigos son verdaderos y nuestra felicidad segura.

Un prejuicio es una opinión vaga sin modos visibles de soporte.

Matrimonio: Estado o condición de una comunidad que se compone de un señor, una concubina y dos esclavos, todo en solo dos personas.

El optimismo es la doctrina o creencia de que todo es hermoso, incluido lo feo, que todo es bueno, especialmente lo malo, que todo es correcto lo que es incorrecto.

La duda es la madre del descubrimiento.

Una persona aburrida es la que habla cuando deseas que te escuche.

Un cobarde es una persona en la que el instinto de conservación aun funciona con normalidad.

Todos son locos, pero el que analiza su locura es llamado filósofo.

El egoísta es una persona de gustos ruines, más interesada en sí misma que en mí.

Abstemio: Persona débil que cae en la tentación de negarse a sí misma un placer.

Autoevidente: evidente para uno mismo, pero no para los demás.

El elector goza del sagrado privilegio de votar por un candidato que eligieron otros.

El futuro es ese periodo de tiempo en el que prosperan nuestros negocios, nuestros amigos son verdaderos y nuestra felicidad segura.

El que se ve en una situación peligrosa piensa con las piernas.

En asuntos internacionales, la paz es un período de trampas entre dos luchas.

Hacer del juego un negocio no puede compararse con el negocio del juego.

La guerra es un método de desatar con los dientes un nudo político que no se puede deshacer con la lengua.






Diccionario del Diablo

Basilisco, s. Cocatriz. Especie de serpiente empollada en el huevo de un gallo. El basilisco tenía un mal ojo y su mirada era letal. Muchos infieles niegan la existencia de este ser, pero Semprello Aurator vio y tuvo en sus manos uno que había sido cegado por un rayo por haber fatalmente contemplado a una dama de alcurnia a quien Júpiter amaba. Más tarde Juno devolvió la vista al reptil y lo escondió en una cueva. Nada está tan bien atestiguado por los antiguos como la existencia del basilisco, pero los gallos han dejado de poner.






Obras de Ambrose Bierce publicadas en castellano.

(No se incluyen textos sueltos compilados en antologías)

[size=9]Bierce, Ambrose. Aceite de perro y otros cuentos. Tr Nicolás Suescún. Bogotá: El Ancora Ed., 1991.

—. Algunas casas encantadas. Tr Javier Sánchez García-Gutiérrez. Madrid: Compañía Europea de Comunicación, Colección Biblioteca de El sol, 1992.

—.Cuentos de soldados. Tr José Bianco. Buenos Aires: CEDAL, Biblioteca Básica Universal, 1971.

—.Cuentos de soldados y civiles. Buenos Aires: Orión, Colección Pruebas de galera, 1975.

—.Cuentos de soldados y civiles. Tr Jorge Ruffinelli. Madrid: Círculo de Lectores, 1992.

—.Cuentos de soldados y civiles. Tr Jorge Ruffinelli. Barcelona: Edhasa, Colección Pocket / Edhasa, 1992.

—.Cuentos de soldados y civiles. Tr Jorge Ruffinelli. Barcelona: Editorial Labor, Colección Punto Omega, 1972.

—.Cuentos de soldados y civiles. Tr Jorge Ruffinelli. Madrid : Guadarrama, 1976.

—.Diccionario del diablo. Buenos Aires: Calicanto, Colección Biblioteca de Plinio, 1977.

—.Diccionario del Diablo. Tr Rodolfo Walsh. Buenos Aires: Editorial Calicanto, 1977.

—.Diccionario del diablo. Tr Rodolfo Wlash. Buenos Aires: Colihue, Colección Los Fileteados, 1993.

—.Diccionario del diablo. Tr Rodolfo Wlash. Buenos Aires: Leviatán, 1991.

—.El Diccionario del diablo. Tr Rodolfo Walsh. Madrid: Ediciones del Dragón, Colección Biblioteca del Dragón, 1986.

—.El diccionario del diablo. Tr Rodolfo Walsh. Madrid: M.E. Editores, 1997.

—.El diccionario del diablo. Tr Eduardo Stillman. Madrid: Valdemar, Colección Avatares, 1993.

—.El diccionario del diablo. Tr Eduardo Stilman. Madrid: Valdemar, Colección El Club Diógenes, 1996.

—.El clan de los parricidas. Tr Javier Sánchez García-Gutiérrez. Madrid: Valdemar, Colección El Club Diógenes, 1994.

—.El club de los parricidas. Buenos Aires, Corregidor, 1974.

—.El club de los parricidas. Barcelona: Ediciones Forum, Colección Biblioteca del terror, 1985.

—.El desconocido y otros cuentos. Buenos Aires: Torres Agüero, Colección Cuentos, 1976.

—.El guardián del muerto. Tr José Bianco. Madrid: Compañía Europea de Comunicación e Información, Colección Biblioteca de El sol, 1992.

—.El humor de Ambrose Bierce. Tr Eduardo Paz Leston. Buenos Aires: Editorial Brújula, Colección Breviarios de Información Literaria, 1968.

—.El monje y la hija del verdugo. Tr Jacobo Rodríguez. Madrid: Valdemar, Colección El Club Diógenes. 1998.

—.El puente sobre el río del búho y otros relatos. Tr Enrique Campbell. Madrid: Edicomunicación, Colección Grandes autores de la literatura universal, 1995.

—.El puente sobre el río del búho y otros relatos. Tr Enrique Campbell. Madrid: Edicomunicación, Colección Fontana, 1995.

—.El puente sobre el río del búho. Tr José Bianco. Buenos Aires: Editorial Jorge Álvarez, 1968.

—.El reino de lo irreal. Tr Javier Sánchez García-Gutiérrez. Madrid: Valdemar , Colección Tiempo cero, 1988.

—.Fábulas de fantasía. Esopo enmendado. Viejas historias remozadas.Tr Maite Lorés. Barcelona: Bosch Casa Editorial, Colección Erasmo, textos bilingües, 1980.

—.Fábulas fantásticas. Buenos Aires: Rodolfo Alonso, Colección Aventura, 1975.

—.Fábulas fantásticas. Tr Francisco Torres Oliver. Madrid: Ediciones Alfaguara, Colección Nostromo, 1977.

—.Fábulas fantásticas. Tr Enrique Campbell. Barcelona: Edicomunicación, Colección Fontana , 1998.

—.Humor amargo. Tr Ana Becciu. Buenos Aires: Rodolfo Alonso, Colección Aventura, 1975.

—.Los ojos de la pantera. Buenos Aires: R.E.I. Argentina, 1993.

—.Los ojos de la pantera. Tr Emilio Olcina Aya.Barcelona: Fontamara, 1984.

—.Los ojos de la pantera. Tr Emilio Olcina Aya. México D.F.: Fontamara, 1988.

—.Los ojos de la pantera. Tr José Bianco. Madrid: Compañía Europea de Comunicación e Información. Colección Biblioteca de El sol, 1991.

—.Los ojos de la pantera y otros relatos. Buenos Aires: La Página, 1993.

—.Relatos insólitos. Tr A. F. Leyva. Madrid: M. Miguel Castellote, 1973.

—.Un jinete por el cielo. Buenos Aires: R.E.I. Argentina, 1993.

—.Un jinete por el cielo. Buenos Aires: La Página, 1993.

—.Un vigilante junto al muerto y otros relatos de terror. Tr Rafael Lassaletta y Javier Sanchez García-Gutierrez. Madrid: Valdemar, Colección El Club Diógenes, 1996.

—.Un jinete por el cielo. Tr José Bianco. Madrid: Compañía Europea de Comunicación e Información, Colección Biblioteca de El sol, 1991.

—.Una habitante de Carcosa y otras historias de terror. Tr Rafael Lassaletta; Javier Sánchez García-Gutiérrez. Madrid: Valdemar, Colección El Club Diógenes, 1994.

—.Una tumba sin fondo y otros relatos de horror. Buenos Aires: Ediciones Síntesis, 1980.

—.Visiones de la noche . Tr Javier Sánchez García-Gutiérrez. Madrid: Valdemar, 1987.

—y Danzinger, Gustav. El monje y la hija del verdugo. Tr Virginia Erhart. Buenos Aires: Ediciones Corregidor, 1976.

—y Swift, Johnatan. Padres e hijos: Una humilde propuesta; El club de parricidas y un crimen más. Madrid: Calambur Editorial, 1991.
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http://www.analitica.com/bitblio/massimino/bierce.asp
[size=9]http://vida-gotica.metroblog.com/ambrose_bierce
http://www.renacerelectrico.com/pluma/ambrose.html
http://fcom.us.es/blogs/vazquezmedel/tag/ambrose-bierce/
http://www.avizora.com/publicaciones/biografias/textos/textos_b/0033_bierce_ambrose.htm
http://depielosmuertos.blogspot.com/2010/03/basilisco.html[/size]


Intensidad es una palabra clave para aproximarse al misterio vital de Sylvia Plath. Boston, 27 de Octubre de 1932 - Londres, 11 de Febrero de 1963


Un misterio que comienza en su infancia, acunada por el juego y el aprendizaje, los cuidados de sus austeros y responsables padre y madre, y por su carácter fantasioso, explosivo y de risa fácil. Ya de niña, Plath ama su libertad tanto como detesta la imposición de modelos que no le interesan. Siendo púber dará rienda suelta a su humor excéntrico y punzante, transformándose en la favorita de sus compañeros y compañeras de escuela.


Ya adolescente, obsesionada por cosas nimias que exacerban su temprano perfeccionismo, enfrentará las exigencias del Smith College blindándose en la simulación y en un sentido del humor lapidario. En cada etapa de su vida manifiesta la voraz capacidad para gozar de la vida que la caracterizó. Luce un estilo informal y también viste impecable la moda de los 50 para entrevistar a la escritora Elizabeth Bowen para la revista Mademoiselle, donde es redactora, o para recibir un premio literario de manos de la poeta Marianne Moore. Con férrea voluntad cumplirá los planes que elabora sobre su vocación: conseguir becas para estudiar y viajar por Europa, escribir libros de poesía (desde los 8 años envía poemas a revistas especializadas), ser profesora de literatura o directora de alguna revista. Luego añadirá ser poeta y madre a la vez.



Fue una morbosa amante de la perfección y una infatigable buscadora de la concentración poética. Acumuló becas, reconocimientos académicos y literarios, su nombre como poeta adquiere cierta trascendencia y en los círculos literarios que frecuenta es valorada como una creadora inteligente y original. Ya desde el bachillerato se revuelve feroz ante los comentarios o personas que amenazen el escenario en el que se promete brillar sin competencia; tarde o temprano los impertinentes caen bajo la trituradora de sus versos y, allí, son diseccionados con fruición.



Escribe en su Diario: Agosto de 1950, a los 18 años: “Es difícil escribir sobre algunas cosas. Al contar lo que te ha sucedido lo dramatizas en exceso o le quitas importancia, exageras lo insignificante u omites lo principal. El resultado es que nunca escribes como querías hacerlo. Tengo que anotar lo que me ha pasado esta tarde. A mi madre no se lo puedo contar; no en este momento, al menos. La he encontrado en mi cuarto cuando he vuelto a casa, ocupada con mi ropa, y ni siquiera ha intuido que me había pasado algo. Se ha limitado a reñirme una vez más y a seguir hablando por los codos. Y no he podido callarla para contárselo. De manera que, salga como salga, tengo que escribirlo.” Típica incomodidad adolescente con una salvedad: la confianza en que la escritura crea la realidad.





En su existencia adulta, de alguna manera el suicidio estuvo siempre: como un flirteo letal, como un vago refugio ante la incertidumbre, como especulación poética, como el frío opuesto de su fogoso carácter. Diario, Noviembre de 1952, 20 años, próxima a egresar del Smith College, un año antes de su depresión nerviosa, intento de suicidio y posterior internación: “Cielos, si alguna vez he estado cerca de querer suicidarme, es ahora, con la débil sangre insomne arrastrándoseme por las venas, y el aire espeso y gris de lluvia y los malditos hombrecillos al otro lado de la calle golpeando el techo con picos y hachas y escoplos, y el acre hedor demoníaco del alquitrán. He vuelto a caer otra vez en la cama esta mañana, suplicando que me llegara el sueño, refugiándome en la huida oscura, cálida y maloliente que me aleja de la acción, de la responsabilidad. No me ha servido de nada. [ ] Mi mundo se deshace, se desmorona, “el centro no sostiene”. No hay una fuerza que integre, tan sólo el miedo esencial, el puro instinto de conservación.[ ]”.




Y siempre en la vida de Sylvia, niña, estudiante, poeta, trabajadora, madre o esposa, estuvo la exigencia: “[ ] Tengo miedo. No soy maciza, sino que estoy hueca. Detrás de los ojos siento una caverna entumecida, paralizada, un pozo infernal, una nada que es pura imitación. No he pensado nunca, ni he escrito, ni he sufrido. Quiero matarme, escapar a toda responsabilidad, volver, arrastrándome abyectamente, al claustro materno. No sé quién soy no a dónde voy, y soy yo quien tiene que contestar a esas horribles preguntas. [ ]” (1952).





Todos los textos de Sylvia Plath son leídos hoy bajo el cristal de su dramático suicidio. “Límite”, escrito en la víspera del suicidio, es un poema imposible de ser leído sin relacionarlo con sus últimas horas.

La mujer alcanzó la perfección.


Su cuerpo muerto muestra la sonrisa de realización,
la apariencia de una necesidad griega
fluye por los pergaminos de su toga,
sus pies desnudos parecen decir,
hasta aquí hemos llegado, se acabó.
Los niños muertos, ovillados, blancas serpientes,
uno a cada pequeña jarra de leche ahora vacía.
Ella los ha plegado de nuevo hacia su cuerpo;
así los pétalos de una rosa cerrada,
cuando el jardín se envara
y los olores sangran de las dulces gargantas
profundas de la flor de la noche.
La luna no tiene por qué entristecerse,
mirando con fijeza desde su capucha de hueso.
Está acostumbrada a este tipo de cosas.
Sus negros crepitan y se arrastran.






El suicidio real sucede a sus 30 años, en 1963, en un modesto piso de alquiler en Londres mientras sus hijos, Nicholas, de un año, y Frieda, de dos, duermen. Plath dejó pan y leche para la niña y el niño y selló la habitación para que el gas no llegara a las criaturas, que resultaron ilesas. La tragedia estaba anunciada. Y preanunciada, en una entrada del Diario en 1957: “El no ser perfecta, me hiere”, escribió.



Ted Hughes, poeta laureado, representante del bardo británico desde su juventud, marido, devino tutor literario de la obra de su esposa suicidada. Corrigió y editó dicho material e hizo desaparecer el último volumen del diario íntimo de Sylvia, en el que la poeta hablaba sobre su etapa final.



De los Diarios de Plath faltan dos cuadernos: uno fue eliminado por Hughes, que justificó la acción diciendo que "el olvido es una condición de la sobrevivencia", del otro sólo informó que había desaparecido. Mantuvo absoluto silencio sobre la vida de ambos mientras era señalado como responsable directo de la muerte de la poeta.



En 1950, un momento de su vida en el que aparece la tensión entre la fascinación y el miedo que le produce lo sexual, empieza a llevar sistemáticamente un diario, escribe sobre el significado de ser escritora, las dudas y entusiasmos que el oficio le suscita, muchas son las justificaciones en las que se deshace por tomar de la vida real a personas y hechos que deforma literariamente, la culpabilidad impregna muchas de las reflexiones de Sylvia.




En el Diario habla un Sylvia insegura, muy lejana de la imagen de joven que tiene todo bajo control que ofrece hacia afuera. Se muestra totalmente sincera, y observa con ironía y lucidez el panorama emocional de sus 18 años: [las citas] “este juego de la búsqueda de pareja, de prueba y tanteo”; “el fuerte olor a virilidad que crea el medio ideal para que yo viva en él”; “Me han imbuido demasiada conciencia y no podría quebrantar las normas sin consecuencias desastrosas; sólo puedo apoyarme con envidia en la barrera y odiar, odiar, odiar, a los chicos que dan rienda suelta a su deseo sexual… y siguen siendo íntegros, mientras que yo me arrastro de cita en cita, desbordando deseo, siempre insatisfecha. Todo esto me pone mala.”



Signada por el universo Dorys Day, retrata cabalmente las reglas del juego: “La virgen americana, vestida para seducir… Salimos con chicos, pasamos el rato y, si somos buenas chicas, en determinado momento, ponemos reparos”.





La mítica figura poética de Sylvia Plath, el transcurso vital de Sylvia, el crecimiento de Sivvy, han contribuido grandemente a repensar la identidad de las mujeres al advertir sobre la lucha secreta, anónima, que emprende una mujer por liberarse de clichés sobre lo femenino, y decir su palabra propia. En sus Diarios la encontramos sin doble discurso, sincera hasta la incomodidad: la escritora que dice con fuerza y honestidad su condición de mujer silenciada. Es inquietante y doloroso leer su palabra tensa soportando la incerteza de su vida, las páginas de su diario son una biografía sin edulcorantes.




Diario, jueves noche, 5 de noviembre de 1957: "Tengo una lucha interior que no quiere ser derrotada por un lema o la resolución de una noche. Mi demonio de la negación quiere tentarme día a día, y tengo que luchar con él, como algo distinto a mi yo esencial, que lucho por salvar: cada día debo tener algo que recomendarle: el honesto deleite de mirar el rápido y peludo cuerpo de una ardilla o sentir profundamente, el clima y el color, o leer y pensar en algo a una luz distinta: una buena explicación o 5 minutos en clase para redimir 45 malos. Minuto tras minuto luchando hacia arriba. Fuera de la sombra de esa nube negra que quiere aniquilar mi ser entero con su demanda de perfección y medida, no de lo que yo soy, sino de lo que no soy. Yo soy como soy y escribo, vivo y viajo: He tenido el valor que he ganado, pero debo trabajar para tener más valor. No quiero hacerme más ilusiones."




Pocos meses antes, el 17 de julio de 1957, escribe en su diario otra frase absoluta: "Escribiré hasta que empiece a escribir sobre mi yo verdadero". Esta declaración la muestra sincera, valiente, lúcida ante su sufrimiento existencial, mirando de frente, sin maquillaje, su realidad.[






fuente: Liliana Costa Staksrud