viernes, 3 de septiembre de 2010

Buñuel, misterio y pasión en cine








"En 1927 o 1928 (cuenta Luis Buñuel en sus memorias) yo estaba muy interesado en el cine. En Madrid presenté una sesión de películas de vanguardia francesa. Estaban en el programa Rien que les heures de Cavalcanti, Entracte de René Clair y no recuerdo qué otras películas. Tuvieron un enorme éxito. Al día siguiente me llamó Ortega y Gasset y me dijo: Si yo fuera joven, me dedicaría al cine. Luego, pasando la Navidad con Salvador Dalí en Figueras, le dije que quería hacer una película con él. Teníamos que buscar el argumento. Dalí me dijo: Yo anoche soñé con hormigas que pululaban en mis manos. Y yo: Hombre, pues yo he soñado que le seccionaba el ojo a alguien. Ahí está la película, vamos a hacerla. En seis días escribimos el guión. Estábamos tan identificados que no había discusión. Escribíamos acogiendo las primeras imágenes que nos venían al pensamiento y, en cambio, rechazando todo lo que viniera de la cultura o de la educación. Por ejemplo: la mujer agarra una raqueta para defenderse del hombre que quiere atacarla. Entonces, éste, mira a su alrededor buscando algo para contraatacar y (ahora estoy hablando con Dalí) ¿Qué ve? Un sapo que vuela. ¡Malo! Una botella de coñac. ¡Malo! Pues ve dos cuerdas. Bien, pero qué viene detrás de las cuerdas. El tipo tira de ellas y cae, porque arrastra algo muy pesado. Ah, está bien que se caiga. En las cuerdas vienen dos grandes calabazas secas. ¿Qué más? Dos hermanos maristas. Eso es, dos hermanos maristas. ¿Y después? Un cañón. Malo. Que venga un sillón de lujo. No, un piano de cola. Muy bueno, y encima del piano de cola un burro... no, dos burros podridos. ¡Magnífico! O sea, que hacíamos surgir representaciones irracionales sin ninguna explicación."



* "El misterio es el elemento clave en toda obra de arte".



* "La ciencia no me interesa. Ignora el sueño, el azar, la risa, el sentimiento y la contradicción, cosas que me son preciosas".



* "Fue un gran creador, por su físico parecía un hombre duro; pero era la persona más tierna que he conocido, era fiel a la amistad, a sus amigos, era muy puntual y con un gran sentido del humor, infantil y muy severo con sus hijos, parecía chapado a la antigua; desde el primer día que nos conocimos fuimos muy buenos amigos y nos llamamos tío y sobrino hasta su muerte". Francisco Rabal



"Me queda el recuerdo de su trato personal y de una amistad que duró hasta su muerte. Siempre llevaba al cuello una Leica y preparaba sus películas al detalle. En Viridiana llega al extremo de especificar la situación de cada mendigo en la escena de la última cena. Le gustaba moralizar a su aire, estaba muy influido por Gracián. Fue un hombre extremadamente amable y de una educación exquisita. Era firme en sus convicciones, solitario, aunque de vez en cuando necesitaba la compañía de amigos. Era un gran conversador, misógino: no le gustaban las mujeres para conversar. Las respetaba, pero se sentía incómodo, era muy tímido con ellas. Su sentido del humor era excepcional tenía ese ingenio cazurro de los aragoneses. Era un sentido del humor muy chungo. Una cultura vastísima pero a la vez metía chistes baturros, muy elementales. No gustaba de participar en recogida s de premios. Aunque en el fondo le halagaba, porque era un hombre contradictorio. Un tipo muy racial de tipo celtíbero tirando a muy íbero," Carlos Saura


(Calanda, 1900 - Ciudad de México, 1983) Director de cine español, una de las grandes figuras de la historia del cine.


Entre los primeros recuerdos de Luis Buñuel está la escena, verdaderamente feudal, de grupos de pordioseros que acudían a la puerta de su hogar a mendigar un panecillo y una moneda de diez céntimos. Los que lo conocieron en su infancia cuentan de él numerosas travesuras, como una escapada con otros muchachos que duró más de veinticuatro horas y cuyo itinerario pasaba por los nichos del cementerio y concluía en una sórdida y oscura cueva. Allá estallaron los lamentos y las lágrimas, de modo que para tranquilizar a sus compañeros Luis se ofreció en sacrificio para ser comido. Felizmente ello no fue necesario y pudo regresar sin mayores contratiempos a su casa, donde no obstante seguiría practicando juegos peregrinos, tales como decir solemnes misas ante la arrobada concurrencia de pequeños feligreses.


Buñuel estudió el bachillerato con los jesuitas de Zaragoza y luego su padre lo envió a Madrid para que se hiciera ingeniero agrónomo. Providencialmente fue a parar a la Residencia de Estudiantes, lugar donde confluyeron algunos de los poetas y artistas más relevantes de la época, como Ramón Gómez de la Serna, Federico García Lorca o Salvador Dalí, con los que trabó fecunda amistad.


De este modo descubrió pronto que su auténtica vocación no era la ingeniería, y ni siquiera la entomología, a la que se aficionó extraordinariamente, sino el arte. Bullía en su interior un ansia de novedades, una fiebre de vida que no podía desahogarse en el mezquino ambiente académico; prefería las tertulias a las aulas, y en ellas brillaba tanto su desbordante imaginación como su poderosa envergadura física, derrotando a todos sus compañeros cuando entablaban un pulso sobre las mesas de mármol de los cafés. Además, practicaba con notoria pericia el boxeo, e incluso a punto estuvo de proclamarse campeón amateur de este deporte.


Por último se decidió por la carrera de Filosofía y Letras, que pudo terminar en 1923, el mismo año en que falleció su padre, y dos años después se trasladó a París. En 1926 le impresionó vivamente una película de Fritz Lang, Der müde Tod (Las tres luces), y decidió dedicarse al cine, para lo cual se ofreció como ayudante de Jean Epstein, con quien colaboró en el rodaje de Les aventures de Robert Macaire, Mauprant y La Chute de la Maison Usher, aunque en este último filme no llegó al final.



Hollywood se interesó inmediatamente por el prometedor y provocador director cinematográfico, pero aunque llegó a viajar a Estados Unidos en calidad de observador, Buñuel no se plegó a las tiránicas reglas de los productores y pronto abandonó La Meca del cine. Tampoco duró mucho su alineación en las huestes surrealistas, ni fue demasiado feliz su colaboración como documentalista al servicio de la República española durante la guerra civil, de la que muchos años después incluso se negaba a hablar.



En 1936 se traslada a México, que sería su segunda patria, para rodar un filme con Jorge Negrete, Gran Casino, que constituyó un estrepitoso fracaso. No obstante, pactó con la productora que realizaría dos películas económicamente rentables para que le dejasen llevar a cabo un proyecto personal. Éste fue Los olvidados (1950), que acaparó premios a la mejor dirección, argumento y guión en los festivales de Cannes y México. Pese a las precarias condiciones en las que se desenvolvía allí su trabajo, siguió coleccionando galardones y asombrando al mundo con Subida al cielo (1951), Las aventuras de Robinson Crusoe (1952), Nazarín (1958) y otras, pero por razones económicas también se vio obligado a dirigir algunas películas de mucha menos monta.


Regresó a España para dirigir Viridiana (1961), con un argumento basado en una novela de Pérez Galdós, igual que su otro film español, Tristana (1970). La etapa final de su carrera es francesa, y en ella analizó a la burguesía presentando una imagen completa de la destrucción, el engaño y la falsa apariencia. La fascinación por todo un amplio repertorio de símbolos se concreta en las tres películas que produjo Serge Silberman (El discreto encanto de la burguesía, 1972 -Oscar de Hollywood-; El fantasma de la libertad, 1974; Ese oscuro objeto del deseo, 1977).


Aunque en las últimas décadas de su vida pudo trabajar con mayor libertad y mayores medios en Francia, su obra completa se caracterizó precisamente por una formidable coherencia pese a todas las circunstancias adversas. Hasta el último día de su vida fue leal a la fiera y ambiciosa estética de su juventud: "Yo quería cualquier cosa, menos agradar". Pero también a un escrupuloso sentido moral, esa gran lección que Luis Buñuel quiso legar al mundo, porque, como él mismo decía, "la imaginación humana es libre, el hombre no".


* "Me gusta acostarme y levantarme temprano, en eso soy antiespañol".



* "No me gustan mucho los ciegos, como a la mayoría de los sordos".


* "Soy ateo gracias a Dios".


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* "Un paranoico, como un poeta, nace, no se hace".


* "Salvador Dalí sedujo a muchas mujeres, en especial a mujeres norteamericanas; pero estas seducciones acostumbraban habitualmente a consistir en hacerlas acudir a su apartamento, desnudarlas, freír un par de huevos, colocarlos en los hombros de la mujer y ponerla de patitas en la calle sin haber articulado ni una sola palabra."



De puño y letra


* "Por razones que se me escapan, he encontrado siempre en el acto sexual una cierta similitud con la muerte, una relación secreta pero constante. Incluso he intentado traducir este sentimiento inexplicable a imágenes, en Un perro andaluz, cuando el hombre acaricia los senos desnudos de la mujer y, de pronto, se le pone cara de muerto. ¿Será porque durante mi infancia y mi juventud fui víctima de la opresión sexual más feroz que haya conocido la Historia?"


* "Descubrí a Spencer, a Rousseau e incluso a Marx. La lectura de El origen de las especies, de Darwin, me hizo acabar de perder la fe. Mi virginidad acababa de irse a pique en un pequeño burdel de Zaragoza. Al mismo tiempo, desde que había empezado la Primera Guerra, todo cambiaba, todo se cuarteaba y dividía alrededor nuestro. Durante aquella guerra, España se escindió en dos tendencias irreductibles que, veinte años después, se matarían entre sí. Toda la derecha, todos los elementos conservadores del país, se declaraban germanófilos convencidos. Toda la izquierda, los que se decían liberales y modernos, abogaban por Francia y los aliados. Se acabó la calma provinciana, el ritmo lento y monótono, la jerarquía social indiscutible. Acababa de terminar el siglo XIX.
Yo tenía diecisiete años."


El Dry Martini del Maestro]

"En un bar, para inducir y mantener el ensueño, hay que tomar gin inglés. Mi bebida preferida es el Dry Martini. Dado el papel primordial que ha desempeñado el Dry Martini en esta vida que estoy contando, debo consagrarle una o dos páginas (...)
Básicamente se compone de gin y unas gotas de vermouth, preferentemente 'Noilly-Prat' (N. de la R.: digamos, 'Martini Seco').
Permítaseme dar mi fórmula personal, fruto de larga experiencia, con la que siempre obtengo un éxito bastante halagüeño. Pongo en la heladera todo lo necesario, copas, ginebra y coctelera, la víspera del día en que espero invitados. Tengo un termómetro que me permite comprobar que el hielo está a unos veinte grados bajo cero. Al día siguiente, cuando llegan los amigos saco todo lo que necesito. Primeramente, sobre el hielo bien duro echo unas gotas de vermouth y media cucharadita de Angostura, lo agito bien y tiro el líquido, conservando únicamente el hielo que ha quedado, levemente perfumado por los dos ingredientes. Sobre ese hielo vierto el gin puro, agito y sirvo. Esto es todo, y resulta insuperable." (N. de G.R.: ¡doy fe!)



* "El Museo de Historia Natural se levantaba a unas decenas de metros de la Residencia de Estudiantes. Trabajé allí durante un año con gran interés, a las órdenes del eminente Ignacio Bolívar, el más célebre ortopterólogo del mundo por aquella época. Aún hoy puedo reconocer a primera vista muchos insectos y dar su nombre en latín."


* "Lo único que puedo decir es que el Guernica no me gusta nada, a pesar de que ayudé a colgarlo. De él me desagrada todo, tanto la factura grandilocuente de la obra como la politización a toda costa de la pintura."
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* "De las películas que más me impresionaron, imposible olvidar El acorazado Potemkin. A la salida, incluso queríamos poner barricadas y tuvo que intervenir la Policía. Durante mucho tiempo sostuve que aquella película era para mí la mejor de toda la historia del cine. Ahora ya no sé."


* "Una mañana, a eso de las ocho, recibo una carta por correo neumático en la que (el poeta) Louis Aragon me pide que vaya a verlo cuanto antes. Media hora después, llego a su casa de la Rue Campagne-Première. En pocas palabras, me dice que Elsa Triolet le ha dejado para siempre, que los surrealistas han publicado un folleto injurioso contra él y que el Partido Comunista al que estaba afiliado ha decidido expulsarlo. Por una increíble acumulación de circunstancias, toda su vida se desmorona y en un momento ha perdido todo lo que le importa. Sin embargo, en su desgracia, pasea por el estudio como un león, ofreciendo una de las más admirables estampas de valor que yo recuerde."


* "Para llegar a toda belleza, tres condiciones me parecen siempre necesarias: esperanza, lucha y conquista."


* "Me gusta el ruido de la lluvia. Lo recuerdo como uno de los ruidos más bellos del mundo. Ahora lo escucho con un aparato, pero no es el mismo ruido. La lluvia hace a las grandes naciones."


* "Detesto el pedantismo y la jerga. A veces, he llorado de risa al leer ciertos artículos de los Cahiers Du Cinéma. En México, soy invitado un día a visitar las instalaciones del Centro de Capacitación Cinematográfica, del que había sido nombrado presidente honorario. Me presentan a cuatro o cinco profesores. Entre ellos, un joven correctamente vestido y que enrojece de timidez. Le pregunto qué enseña. Me responde: 'La semiología de la imagen clónica'. Lo hubiera asesinado."

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* "El disfraz es una experiencia apasionante que recomiendo vivamente, pues permite ver otra vida. Cuando va uno de obrero, por ejemplo, se le ofrecen automáticamente las cerillas más baratas. Todo el mundo pasa delante de uno. Las chicas no te miran nunca. Este mundo no está hecho para uno."

* "La primera vez que vio Viridiana, Gustavo Alatriste (N. de la R.: su productor) quedó un poco desconcertado y no hizo ningún comentario. La volvió a ver en París, luego dos veces en Cannes y, finalmente, en México. Al término de esta última proyección, la quinta o sexta, se lanzó hacia mí, lleno de alegría, y me dijo: ¡Ya está, Luis, es formidable, lo he entendido todo!"


* "En París, cerca de mi hotel, vi un día el cartel de una de mis películas con el siguiente slogan: 'El director cinematográfico más cruel del mundo'. Estupidez que me entristeció mucho."




A los catorce años empezaron sus dudas sobre la religión, principalmente acerca de la resurrección de la carne, el juicio final, el infierno y el diablo. Según él mismo dijo, era "ateo, gracias a Dios". Amante del tabaco, del alcohol (para él, un bar era un lugar de meditación y recogimiento) y de los burdeles (aunque decía que una vez casado jamás fue infiel), quiso librarse de las normas y principios de la sociedad que en herencia le había dejado todo un sistema de prohibiciones y represiones. Le gustaba la puntualidad, el buen vestir, irse pronto a la cama y madrugar y llegó a tener una gran colección de armas. Su primera pistola la tuvo a escondidas a los catorce años, aunque bastante antes ya jugaba con la de su padre.


Durante toda su vida, Buñuel fue un rebelde, hasta el último momento estuvo luchando contra sí mismo. Su interior le dictaba unas normas sobre la muerte, la fe, el sexo... que su conciencia no podía aceptar. Esta dualidad le marcó desde su más tierna infancia. Buñuel rompió barreras luchando a favor de la libertad.


Le gustaba reflejar la visión pesimista y cruel de la vida. Así lo hizo en Las Hurdes, tierra sin pan, en Los olvidados... Sin embargo, él era pacífico y siempre estuvo obsesionado con su propia muerte. Su hermana Conchita solía recordar que de pequeña había acompañado a su hermano Luis a visitar cementerios y éste se tendía en las mesas de las autopsias. A Luis le gustaba asistir a los entierros de su pueblo, así el entierro que tiene lugar en Abismos de pasión era un reflejo de los recuerdos de su juventud, según confesó él mismo.

La visión de Buñuel chocaba con la realidad. Tenía muy presente la posibilidad de la destrucción de la tierra, pensaba en las guerras, la bomba atómica. Afirmaba que ni la libertad ni la justicia existían. El fantasma de la libertad refleja su pensamiento. Era tierno, piadoso, de vida ordenada. Tuvo una vida desahogada y una infancia feliz, pero su conciencia le llevaba a pensar en lo que él llamaba la Edad Media (los principios del siglo XX y sus miserias), es decir, las injusticias, que reflejó en Abismos de pasión, Nazarín, Él, La muerte en el jardín, La joven...



Era, en cierto modo, un anarquista, pero en su casa se respiraba disciplina, no permitía a las mujeres asistir a las reuniones de hombres. El libro de memorias de Jeanne Rucar se llama Memorias de una mujer sin piano porque Buñuel, sin preguntar a nadie, regaló el piano de su mujer a un amigo que le trajo tres botellas de vino.


No fue nacionalista, pero añoraba España y la tierra de su infancia; se nacionalizó mexicano por pragmatismo, ya había estado a punto de nacionalizarse estadounidense unos años antes. No le gustaba viajar, pero disfrutaba al visitar los sitios que le traían buenos recuerdos. No deseaba ir por Hispanoamérica y se quedó a vivir en México. Una señora mexicana que fue vecina suya en la Colonia del Valle de la ciudad de México comentó que Buñuel nunca olvidó sus raíces: en Semana Santa lo veía solo por el jardín de su casa haciendo redobles con un tambor y dando vueltas y vueltas.


Si siempre le había obsesionado la muerte, en los últimos cinco años de su vida, sordo, con poca vista, con alguna operación que otra, dejó de ver cine, televisión y apenas cogía un libro, con excepción de La vejez de Simone de Beauvoir, que leía y releía. Pensaba en su muerte y en el fin del mundo, bromeaba con los demás acerca de su vejez. Con ayuda de su amigo Jean-Claude Carrière, que durante más de 18 años recopiló material de entrevistas y conversaciones en los descansos de las filmaciones, escribió Mon dernier soupir ('Mi último suspiro'). Ya el título refleja la obsesión que tenía en los últimos momentos de su vida; no quería darles importancia, pero pensaba en ellos. Como era ateo, pensaba en reunir el día de su muerte a todos sus amigos ateos y confesarse. Para él, ser bromista era una forma de demostrar que estaba en contra del orden. Este libro de memorias inspiraría la película documental dirigida por Javier Espada y Gaizka Urresti y titulada El último guión que protagonizan Jean-Claude Carrière y Juan Luis Buñuel, recorriendo los lugares en los que transcurrió la vida de Buñuel: Calanda, Zaragoza, Madrid, Toledo, París, New York, Los Angeles y México.
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* "Ahora sí que muero"
(sus últimas palabras)




http://es.wikipedia.org/wiki/Luis_Bu%C3%B1uel
http://www.cineismo.com/temas/luis-bunuel.htm
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/b/bunuel.htm
http://seronoser.***/bunuel/

jueves, 2 de septiembre de 2010

diario-blog 1


Alguien siempre escucha
cuando lloras de noche.


Alguien siempre hay/ conteniendo
el aliento para no delatar/
que te oye
te mira
te sabe


Desde que llegué a la calle Alcántara, escuché llantos, gritos, vi gente derrumbándose, cayendo.
Todo presagiaba lo peor y estábamos atrapados en ese piso, tan lejano en todo de Andalucía. Seguíamos siendo los mismos, heridos, y más bellos incluso.

diario-blog


-Usted, ¿qué quiere?, ¿un acompañante?
Y arrugó la nariz el psiquiatra, las pestañas en alto, husmeando alerta alguna pista.
-Quiero quedarme sola y escribir.
Son las tres de la tarde de un domingo. Hoy que H. se va, invitaré a alguien a mi casa.
Me duele el pecho, me duele el hecho, me preguntó cómo será el tema del lecho de ahora en más, cuando H. se vaya.
El jardín secreto derrama en mí su poder: no tengo depresión, sólo necesito descansar y no tener tantas emociones. Debo salir y alternar mucho.
Hoy se va de mi casa a vivir en un departamento solo, hoy nos separamos H. y yo.